Cuando era muy joven, Rakker no fue bien aceptado en el grupo de chimpancés del zoológico donde vivía y fue atacado varias veces por algunos miembros del grupo, sufriendo heridas graves. Todavía en el zoológico, uno de los chimpancés que aceptó a Rakker fue Simon (Sam), quien se convirtió en su fiel compañero y lo acompañó al Santuario en 2004. Rakker es tímido, introvertido y reservado. Lleva los traumas de su vida en el zoológico hasta el día de hoy y tiene mucho miedo de otros chimpancés. A pesar de ello, disfruta de la compañía de las personas en las que confía y es muy dócil y cariñoso.