Llegó al Santuario en 2014, junto con las chimpancés Maria das Dores y Jamaica. Vivía en una isla precaria y muy pequeña con las dos hembras y no les permitía alimentarse, ya que la comida no era suficiente para los tres. Por eso era muy temido y solitario.
Poco tiempo después de llegar al Santuario, cambió su comportamiento. Mantuvo su actitud dominante, pero se mostró, sin embargo, más alegre y juguetón. A Martin le gusta interactuar y llama a otros para jugar corriendo de una habitación a otra. Le encantan las paletas de hielo de fruta que recibe como enriquecimiento y está más tranquilo al alimentarse, muy diferente de cómo era en el pasado.