Leo llegó al Santuario en 2002. Nació en el zoológico de Goiânia, pero fue abandonado por su madre. Como resultado, fue criado como humano en la casa de una empleada del zoológico. Cuando creció y se volvió incontrolable, como es típico, fue devuelto al zoológico y colocado erróneamente con sus padres, quienes ya no lo reconocían. Fue atacado por su padre y tuvo que ser removido inmediatamente del recinto. Luego fue colocado en un pequeño recinto temporal y aislado, donde comenzó a enfermarse y a desarrollar un comportamiento patológico.
Su caso fue descubierto por una ONG, y la solución fue llevarlo al zoológico de Brasilia, donde tendría mejores oportunidades de integración. Sin embargo, después de un tiempo, entró en conflicto con Junior (un chimpancé que también iría al Santuario, en 2005), y la solución encontrada fue transferirlo permanentemente al Santuario.
Leo pasó los últimos años de su vida en el Santuario con Monica. Falleció en 2007.