Vivió durante 25 años alojada en un precario recinto sin condiciones para una vida digna en el zoológico, y aún así perdió al único compañero que tenía.
Cuando llegó al Santuario parecía muy asustada y suspicaz, tenía fobia a estar encerrada en un ambiente restringido. Un trauma que parecía irreversible.
Con mucha paciencia y dedicación, Katai aprendió a confiar en sus cuidadores y hoy tiene confianza para caminar en su recinto e interactuar con sus vecinos monos araña. Se instituyeron técnicas de enriquecimiento con miras a eliminar la monotonía del cautiverio y estimular su locomoción.