Bruna vivió en el Circo García durante 15 años confinada en una pequeña jaula. Cuando fue rescatada para su traslado al Santuario en 2004, hubo que abrir su jaula para sacarla, ya que su tamaño le impedía salir.
Desde muy pequeña, Bruna permaneció en la misma jaula. Se desarrolló sin salir nunca y en el momento de su rescate era más grande que la puerta de la jaula. Como consecuencia del grave trauma de estar atrapada en un lugar extremadamente pequeño, sufre claustrofobia hasta el día de hoy. Por eso, llueva o haga sol, prefiere permanecer en las zonas al aire libre del recinto, especialmente en las cestas de la parte superior de las casetas, donde hace su nido para dormir plácidamente.
A pesar de esta triste historia, Bruna es tranquila, dulce y dócil, y vive en paz con su hermano Carioca.