A las 7 de la tarde del día 13 de Julio, entraron por el portón de servicio del Santuario de Grandes Primates de Sorocoba; el camión de la transportadora TA, que dió su inestimabable colaboración a ésta operación; dos vehículos del Ibama de Río de Janeiro y el auto del Santuario, con un equipo compuesto de cuatro personas; que ayudó al Ibama, para desocupar el Zoológico de Niteroi, amparados por una orden judicial definitiva de 48 horas.
Dentro de aquellos camiones, había seres que sufrieron abusos y malos tratos en un Zoológico, que nunca debería haber existido, cuya área de 10.000 metros cuadrados, abrigaba más de 400 animales de diversas especies exóticas y silvestres. Jimmy, el chimpancé, actualmente muy conocido por la justicia, por haberle negado el derecho de obtener la libertad, a través de un Habeas Corpus, ahora gana la libertad del cautiverios y de una absurda soledad; en la que vivía para divertir a los humanos y para general recursos de una «empresa privada». El león Sansón, que vivía en un minúsculo recinto, posiblemente contaminado por el SIDA felino – que puede condenarlo a muerte, antes de lo que su propia vida le permitiría – y 37 monos-prego (Cebus apella ) que vivían en tres grupos exprimidos en recintos que eran de dar vergüenza a cualquier ciudadano con consciencia, que visitase aquél llamado «Zoológico». Uno de los monos-prego es ciego.
La irresponsabilidad de la Municipalidad de Niteroi, que permitió durante años, la existencia de este centro de horrores, no debe ser olvidada. Nadie que tenga un resquicio de respeto por los animales, habría permitido ese tratamiento, para con seres inocentes que tienen los mismos derechos que nosotros, a una vida digna.
Jimmy, calmo, se dejó anestesiar por las veterinarias Camila Gentile y Pollyana Pires, con una jeringa simple, sin la necesidad de usar dardos agresivos. Él salió despacio de la jaula de transporte, entró en el tunel y fué para su futuro dormitorio. Defecó y comió parte de las heces, símbolo claro de su perturbación mental, generada por años de soledad y asedio de un público que no entendía que él no había cometido ningún delito, para que lo encarcelasen por toda una vida, en un miserable cubículo.
La historia del Zoonit, acaba aquí. Una historia que debe avergonzar a los brasileños, que tienen la biodiversidad más grande del mundo y no somos capaces de respetarla. Jimmy, Sansõn y los 37 monos-prego, ahora tienen un hogar, adonde pueden encontrar humanos que sepan respetarlos y tratarlos con decencia: OPERACIÓN CONCLUÍDA!
Dr Pedro A. Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional