Un tributo a Dana
publicado en 05 Jun 2012

SANTUARIO SAVE THE CHIMPS

El nombre de Dana aparece en muchas culturas y puede referirse a una diosa, a una juez y a una perla perfecta. Dana era todas esas cosas y más todavia. Su personalidad y carisma simplemente no pueden ser recogidos en una pagina.

52 años atrás, o tal vez más, Dana era una bebe en los brazos de su madre, en la selva de Sierra Leona, en el occidente africano. Cuando Jane Goodall daba sus primeros pasos en las selvas africanas y cuando el chimpancé Ham era enviado al espacio como un astronauta-cobaya, Dana estaba lejos de aquellos acontecimientos. Un día, se despertó con un estruendo, su madre ya no la agarraba firme en sus brazos y manos extrañas la colocaban en una pequeña jaula, para iniciar un viaje sin regreso.

Dana viajó millares de kilometros y llegó a la Base Holloman de la Fuerza Aerea Norteamericana, en el Estado de Nuevo Mejico, perdida en un desierto sin fin. Manos agora enguantadas le tatuaron un numero en su pecho y en su pierna, y le dieron el nombre de “Dana”, la chimpancé n° 625 de la Fuerza Aerea Norteamericana.

En un mundo perfecto Dana quizás estuviese viva y no tendría las recordaciones terribles de las torturas a que fue sometida. Sería un ser feliz en su habitat, rodeada por sus iguales, inmune a las violencias humanas. Sin embargo, Dana sólo conoció la paz y algo de felicidad, cuando fue rescatada por la Dra. Carole Noon y llevada a su Santuario, Save the Chimps,  de Florida. Su cuerpo debilitado no tuvo fuerzas para sobrevivir más tiempo, pero murió rodeada de sus amigos y hermanos, y amada por un grupo de humanos, que redimieron en su memoria, aquellos otros que destruyeron su vida.

Descanse en Paz, Dana, una chimpancé que nunca será olvidada!

Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Projeto GAP Internacional