Durante varias horas, en silencio, un grupo de chimpancés, con aspecto sombrio y mirada entristecida, circula alrededor del cuerpo de un querido amigo que acaba de morir, inesperadamente, fulminado por un ataque cardiáco.
Yo ya presencié esa escena, con sus diferencias, y es impresionante percibir como los chimpancés respetan a sus muertos y no se conforman con la partida inesperada de alguien.
La escena del comienzo se repitió en el Mayor Santuario de Chimpancés del Planeta, Save the Chimps, en Florida, cuando sucedió la muerte de Renquist, un querido y amado chimpancé de 24 años de edad.
Renquist nació en la Base de la Fuerza Aerea de Holloman, en Alamogordo, Estado del Nuevo Mexico, el 13 de Febrero de 1991. Fue retirado de sus padres Kitty y George, con poco más de un año de vida, sufriendo ya el primer impacto de ser un prisionero en manos de humanos sin consciencia.
El fue colocado en un grupo de jovenes, incluyendo a Roger, que fue su amigo hasta su muerte. Fue anestesiado varias veces por año, para evaluar su salud, sin embargo, no se conoce si fue incluido en algun programa de tortura medica, como era habitual en la epoca, o en experiencias traumatizantes que sucedian en aquella Base, donde murieron muchos chimpancés en pruebas absurdas.
Cuando la Fuerza Aerea se cansó de torturar a los chimpancés los envió a un Centro todavia peor, la Fundación Coulston, que era vecina en el Estado. Pero, la suerte de Renquist cambió radicalemente en Septiembre del 2002, cuando el Santuario Save the Chimps compró las instalaciones arruinadas de la Fundación, con más de 200 chimpancés torturados en su interior.
En Florida, para donde due transferido, se quedó inicialmente en el grupo llamado de Bobby, pero terminó en el grupo donde estaba su amigo Roger, que lo ayudó a integrarse con los miembros restantes.
Renquist era un chimpancé que seguia a las hembras, a las cuales acompañaba y pasaba gran parte del tiempo en el area externa de la Isla. Al fin y al cabo él llego a pisar en la hierba por primera vez cuando ya tenia más de 10 años de edad.
Renquist era muy querido por sus tratadores, que se afectaron mucho con su muerte subita, cuando aparentaba excelente salud. Hasta en eso los chimpancés nos sorprenden. Roger y su grupo todavia lloran su muerte.
Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional