«Conozco a Toti desde hace un par de años, lo conocí en su casa de Córdoba. También conozco a Alejandra Juárez y el trabajo que venia haciendo con él como representante del GAP en Argentina.
La semana pasada viajando al sur del país volví a ver a Toti, entré a visitarlo a su nueva casa en Bubalcó. Me aflige profundamente ver las condiciones en que se encuentra: en un espacio reducido, triste, sin sombra ni enriquecimiento. Al igual que muchos otros en esta colección privada que más que un zoológico parece el capricho de un millonario. Toti esta desmejorado físicamente y eso todos los que paguen la entrada lo pueden ver, le falta casi todo el pelo producto del estrés y la automutilación. Pero lo más grave no es el pelo ni que se haya deslucido, lo más grave es el daño psíquico que esta sufriendo desde que fue trasladado al sur del país. Es claro que el espacio que tiene no se condice con sus necesidades de chimpancé, y tampoco lo es el nuevo hábitat que en Bubalcó preparan para él: con el mismo diseño la nueva jaula es apenas más grande y tiene dentro un (1) árbol, y además un pequeño patio de invierno.
Es evidente que hasta que Toti no sea trasladado su vida corre peligro. Aun así y aunque parezca diferente aquí el problema no es de Toti, sino del que no comprende que el que está encerrado allí es un ser humano primitivo, un antepasado suyo que no ha alcanzado aun su misma evolución. Nuestro querido y afamado Toti no es otra cosa que un pariente cercano, otro primate, una persona no humana que no ha echo nada para merecer lo que sufre. Acompaño el relato con fotos de Toti en su jaula actual y una de su futuro calabozo. De corazón deseo que se haga justicia, espero ese día con la ilusión de que Toti haya sobrevivido a esta mala pasada que algunos de nuestra especie le han jugado.
Franco Peruggino»
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Imágenes de Toti en el Zoo en Bubalcó.