Shakey: otra victima de la insania humana
publicado en 16 Jul 2013

Shakey nació en Africa, en la decada del 70, con un año y medio apareció en la Base Holloman de la Fuerza Aerea Norteamericana, en Alamogordo, y allí fue anestesiado, todavia bebe, para sucesivas extracciones de sangre y biopsias hepaticas. Un año después fue enviado para las instalaciones del NIH – National Institute of Health – en Bethesda, Maryland, un triste destino para cualquier primate en aquella epoca. Durante tres años fue usado como cobayo de laboratorio, sometido a todo tipo de pruebas.

En agosto de 1981, Shakey, como un objeto que era en mano de cientificos que «jugaban a ser dioses», fue enviado de nuevo para la Base Holloman de la Fuerza Aerea. Allí un accidente horrible sucedió, una puerta de hierro de su jaula aplastó una de sus manos. Fueron dado puntos, pero no se le hizo un raio-X, sus dedos quedaron atrofiados y su mano practicamente inutilizada.

Sin embargo, todo eso poco importaba para el NIH y para la Base Aerea. En aquella epoca el SIDA era descubierto y se precisaba aumentar la cantidad de chimpancés cautivos para usar en el descubrimiento de una cura frente aquella maldita infección humana, a la cual los primates eran resistentes. Shakey fue convertido entonces en un reproductor, llegando a producir 12 hijos. Tres de aquellos hijos son los unicos que escaparon de la tortura: Butch, Kallie y Walden, que están en el Santuario Save the Chimps cuando fueron rescatados junto con su padre, en 2002. Seis de aquellos hijos están todavia en mano de los torturadores del NIH: Angelo, Artie, Bryan, Hope, R.W. y Ricky, que parece están en el Centro de Primates de Alamogordo, en la Base de la Fuerza Aerea. Un otro hijo, Ranay, está en otro Centro de Tortura, el Instituto de Investigaciones Biomédicas de San Antonio, en Texas. El destino de los otros dos, Earvin e Naomi, es desconocido.

Shakey murió a los 42 años de edad, después de una vida colmada de sufrimientos. Fue feliz en los ultimos años de su vida en el Santuario Save the Chimps, donde disfrutaba de la compañia de sus más recientes amigos. Shakey se relacionaba mucho con los tratadores humanos, amaba escuchar musicas y acompañar los juegos que sus amigos en el Santuario le enseñaron.

La insania humana, revestida falsamente de lucha contra las enfermedades, como todavia se usa para explotar miles de estos y otros primates, cobró en el cuerpo y la mente de este chimpancé un terrible precio. Esperamos que su ejemplo ayude a desenmascarar a todos aquellos que se escudan en la ciencia, aunque en verdad están atrás de la ganancia fácil a costa de la vida de seres inocentes.

Shakey, su muerte no será en vano!

Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional