Rumo a la muerte
publicado en 01 Jun 2015

La conocí en el Zoológico Bwana Park, de Rio de Janeiro, que estaba en vias de ser clausurado por la autoridad Ambiental Brasileña, por maltrato a los animales de su colección. Judy tal vez ya tuviese más de 20 años, formaba una familia con su compañera Tata y el macho alfa Peter, así como con sus hijos e hijas, que nacieron y nacerian en la proxima decada.

De aquella visita salí confiado que aquella familia vendría para el Santuario del GAP, en Sorocaba, ya que había llegado a un acuerdo con los dueños de aquel Zoológico que era particular. Sin embargo, una autoridad en el Ibama, nuestro Órgano Ambiental, que controlaba el destino de la Fauna, hizo un acuerdo diferente, motivado como siempre en estos casos por el interes, y esos chimpancés terminaron en el Zoológico Paraíso Perdido, en Fortaleza, capital del Estado de Ceará, en el noreste brasileño, que estaba en vias de ser abierto como un punto turístico de aquel território. Hoy en ese mismo Estado un gigantesco acuario está a medio construir, para mantener prisioneros centenas de animales marinos, pero que para suerte de esos inocentes, posiblemente nunca será terminado.

En el Paraíso Perdido, otro inocente ya esperaba en una jaula muchos meses, ser transferido para un recinto. Su nombre era Pongo, un chimpancé joven arrancado de su vida familiar y que estaba ya enloquecido al estar enjaulado durante meses sin vislumbrar un futuro.

El recinto destinado a Peter y su familia era una edificación con destino mortal. Sin lugares de sombra, con un sol inclemente de aquella latitud brasileña, que solo conseguian refugiarse por la noche, cuando eran recogidos y se le brindaba una comida miserable, hasta el día siguiente, que la nueva rutina se repetia.

Pongo no tenía recinto para ser colocado, un día el Zoológico de Belo Horizonte, de donde había sido enviado, a pedido del de Fortaleza, nos ofreció entregarnoslo. Así llegó Pongo a nosostros, un ser totalmente perturbado, que sufría alucinaciones, conversaba con las paredes, con las manos y agredía a todos los chimpancés que se le intentó colocar como compañia. Terminó viviendo solo. Era claustrofobico, nunca entraba en un dormitorio, después de haber sido encerrado en una jaula durante meses en aquella prisión cearense.

Judy tuvo familia en Fortaleza, que fue negociada, como las dos hijas de Tata, su amiga y compañera. Por suerte, todos terminaron en los Santuarios afiliados al GAP de Ibiúna y Paraná, donde hasta ahora viven.

Judy llegó al Santuario una decada atrás, no conseguia caminar 5 metros de tan debilitada que estaba. Tata, así como Peter, se consiguieron recuperar. Judy ya era diabetica, tuvo dos abortos, y vivia fragilizada, pero conseguia disfrutar de la vida con sus dos sobrinos (Marcelino y Miguel), que Tata habia dado a luz en el Santuario.

Tres meses atrás, Pongo comenzó a no se alimentar, no teníamos como darle medicinas, solo bajo anestesia, nadie tenía intimidad con él. El siempre odió profundamente a los humanos y lo que hicieron con él. Sus riñones pararan de funcionar, ya ahi teniamos muy poco que hacer, solo aguardar su muerte prematura.

Judy sobrevivia día tras día, las veterinarias la acompañaban diariamente con su Diabetes, su artritis y su corazón que ya no resistía.

Los juegos con sus sobrinos ya eran peligrosos, cualquier herida era dificil de cicatrizar. Tres semanas atras la tuvimos que separar para curar una herida en su pié. Sabiamos que no regresaría más a la vida en comun con su familia. Tata desesperada, la buscaba y seguía todos los días. Al principio ella tenía fuerzas para aparecer en la ventana que comunicaba sus recintos y conversavan largas horas, pero días atrás ella comenzó a entregarse, y ya no se movia mayormente. Se alimentaba bien, ella siempre fue una «gran comedora», pero ya ni eso conseguia hacer, sus fuerzas no le acompañaban.

Hoy, lunes 1° da Junio, la encontramos muerta en su dormitório. Los tratadores que viven en el Santuario cuentan que el domingo a las 21:40 se produjó una griteria de algunos minutos del grupo de Peter, posiblemente lloraban la muerte de su compañera querida. La colocamos en una cama portátil en el corredor, para que Tata y sus sobrinos la viesen por ultima vez y la tocasen, para que supiesen que ya no estaba más en este mundo cruel que le deparó tantos sufrimientos. Tata la acompañó con su mirada triste hasta ser colocada en el vehiculo que la llevaria a nuestra clinica, donde una autopsia seria realizada, y más tarde, al cementerio del Santuario, donde Pongo, ya desde  meses atras, también yacia.

Judy e Pongo son las ultimas victimas del sistema cruel inventado por el hombre para satisfazer sus placeres y deseo de diversión. Estas escenas se repetirán en todos los cautiverios del mundo, mes atras de mes, año atras de año, hasta aniquilar el ultimo Gran Simio que consiga sobrevivir ante esta insania humana.

Dr. Pedro A. Ynterian

Presidente, Proyecto GAP Internacional