Jaqueline B. Ramos *
Los tiempos son de pandemia y de merecida reflexión sobre diversos dilemas éticos y morales. Entre ellos, la forma en que nos relacionamos con los animales no humanos.
En este universo, existe una línea de acción cuyo objetivo es brindar a seres que han sufrido (o aún sufren) en circos y otras actividades exploratorias, o en estructuras por debajo de sus necesidades en zoológicos, condiciones de vida más dignas en cautiverio. Con carácter urgente, éste trabajo sigue siendo más fuerte que nunca.
En Brasil y otros países, varias ONG, especialistas y activistas están trabajando en estrategias para lo que llamamos “libertar animales”. El Proyecto GAP – Proyecto Gran Simio, por ejemplo, del que soy miembro, defiende el derecho de los Grandes Primates a vivir libremente en sus hábitats. Obviamente, esto es ideal. Es la conservación y el respeto, el más noble de los objetivos a largo plazo.
Pero desde el momento en que Chimpancés, Gorilas, Bonobos y Orangutanes se ven privados de este derecho y se convierten en víctimas de abusos, sin la posibilidad de vivir libremente en la naturaleza, la misión pasa a ser ofrecer la mejor calidad de vida posible, en cautiverio. Entra en los espacios que llamamos Santuarios.
En los Santuarios, los Grandes Primates son tratados por traumas físicos – extracción y mutilación de dientes, por ejemplo – y psicológicos – estrés y depresión por vivir en espacios reducidos y sometidos a exhibición, entre otros – y tienen la posibilidad de recuperarse, formar grupos y vivir sin obligaciones.
Los Santuarios Brasileños afiliados al GAP albergan actualmente a más de 80 Chimpancés. Varias historias tristes se han convertido en éxito. Algunas personas tienen la oportunidad, por primera vez o después de muchos años, de disfrutar de la compañía de otro Chimpancé. Otros exploran la oportunidad de vivir en recintos de 1000 m2, con total libertad para entrar y salir entre áreas abiertas y cerradas.
Tenemos muchos ejemplos de lo que es una vida más cercana al ideal en cautiverio, como el padre postizo Jimmy, el famoso Habeas Corpus de Cecilia y el adorable Black. Sólo para nombrar unos pocos.
¡Libertad a Bambi y a Happy!
El Santuario de Elefantes de Brasil (SEB), el primero y único en Sudamérica, un área de 1100 hectáreas en Mato Grosso, también tiene historias de éxito y está en plena expansión para contar con otros. Desde 2016, se han realizado cinco complejas operaciones de transferencia nacionales e internacionales, con el apoyo de un equipo altamente experimentado. SEB es un referente para el adecuado cuidado de los Elefantes en cautiverio en el continente.
Los residentes actuales de SEB – Maia, Rana, Lady y Mara – están muy bien adaptados. Vale la pena seguir vuestros logros y mejoras diarias a través de las redes sociales del Santuario. Es bueno para el alma, verlos que tienen la oportunidad de disfrutar de un ambiente mucho más cercano al suyo, en la naturaleza.
Es larga la lista de posibles futuros residentes del Santuario y la prioridad de transferencia en este momento, es la del Elefante Asiático Bambi, de aproximadamente 50 años, que vive en el oológico de Ribeirão Preto, en el interior de São Paulo, desde 2014 y se encuentra en muy mal estado de salud.
Pero el caso de Bambi, ha entrado en un punto muerto legal y el Foro Nacional de Protección y Defensa Animal está realizando un nuevo intento, que presentó ante la Corte de Justicia de São Paulo, una solicitud de medida cautelar sobre su traslado, a principio de este mes.
La expectativa ahora es la manifestación del zoológico y la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y la opinión que dará el Juez. Paralelamente, el público en general puede contribuir a presionar a las autoridades, para que simplemente liberen al Elefante, ahorrando tiempo y recursos, principalmente acelerando la atención urgente y altamente especializada que demanda Bambi.
La Elefante Happy hembra también tiene una historia similar, sólo en el zoológico del Bronx, en Nueva York, en Estados Unidos. Es una de las candidatas actuales del proyecto Norteamericano Non-Human Rights Project (NhRP), que trabaja para cambiar el estatus de “cosa” de los animales ante los tribunales.
Desde ésta nueva y necesaria perspectiva, la liberación de una situación de cautiverio en condiciones inadecuadas y el traslado a Santuarios, es la conclusión más acertada. Aún quedan muchos obstáculos y desafíos por enfrentar, pero poco a poco se va sucediendo el reconocimiento y avanza el trabajo en el ámbito jurídico.
NhRP también tiene Chimpancés entre sus objetivos y hay planes para representar a los delfines en el futuro. Los casos de Happy, Bambi, Jimmy, Cecília, Black y muchos otros, en diferentes partes del mundo, reflejan la complejidad de tener animales salvajes en cautiverio y la urgente necesidad de cambiar visiones y paradigmas.
Si el momento es de crisis y esto lleva a la reflexión, que venga el reconocimiento de que toda vida merece ser respetada y que se eliminen los obstáculos y se dejen delado los intereses económicos, políticos e individuales, para que los Grandes Primates, Elefantes y todos los demás animales no humanos, disfruten de su derecho a vivir en condiciones dignas de cautiverio.
* Periodista – Ambiente-se Comunicação y Gerente de Comunicación del Proyecto GAP Brasil / Internacional – https://www.projetogap.org.br.