SANTUARIO SAVE THE CHIMPS
Nuri estuvo hasta 1994, en el programa de reproducción y hasta por lo que se sabe, ella pasó los años siguientes en aislamiento. Cuando Nuri fué rescatada en 2002, ella estaba viviendo sola en el llamado “calabozo”. Sus piernas estaban permanentemente atrofiadas, a pesar de que esa condición no estaba relacionada en su ficha médica. En seguida, percibimos que Nuri tenía en su pecho una angustia permanente. Cuando la fundadora del Santuario, la Dra. Carole Noon, apagaba las luces al final del día, en el calabozo, Nuri comenzaba a gritar desesperadamente. Esos gritos expresaban su soledad y su pánico, aquellos gritos decían “no me dejen sola”. Como respuesta, regresábamos e intentabamos calmarla. Nuri no lloraba toda la noche, gracias a Diós, pero irnos y dejarla allí sola, al final de cada día, era un experiencia muy triste para todos nosotros. Menos mal, que al cabo del tiempo ella paró de gritar cuando las luces eran apagadas.
Nuri nació en cautiverio el 21 de diciembre de 1966, en el llamado Delta Regional Primate Research Center, en Louisiana (ahora conocido como Tulane National Primate Research Center). Sus padres desconocidos fueron identificados con números: la madre era la n° 359 y el padre el n° 378. Los torturadores nazistas, amarían este sistema de clasificar los nacimientos. A los 14 años fué transferida a la Fundación Coulston. Era la compra n° 12, del triste torturador de chimpanzés, el Dr. Frederick Coulston. De inmediato la colocarón a reproducir, tenían prisa para vender sus hijos, por muchos miles de dolares Al NIH (Instituto Nacional de Salud Norteamericano), que financió hasta hoy toda esta masacre.
Sin embargo, el tenebroso Dr. Coulston no tuvo suerte. Nuri tuvo 4 hijos, dos murieron 24 horas después de nacer. El hijo Buckwheat murió con 9 años y la hija Ashley, nacida el 11 de mayo de 1985, está desaparecida. Nuri también sufrió muchos abortos en los años siguientes. Su naturaleza rebelde rechazaba generar mas esclavos para ser torturados.
Nuri era timida, más delicada con los otros chimpancés. Ella tenía miedo de los locales abiertos, no salía para afuera y se quedaba en su dormitorio. Amaba tener objetos, como gorras, sandalias, carteras de colores y juguetes pequeños, que llevaba con ella de un lugar a otro. Ella nunca tuvo una infancia, nunca fue “una niña”. Ella se quedaba horas en su ventana contemplando y escuchando los sonidos del mundo exterior, que la fascinaban. Los gritos del silencio que vivió en el calabozo, durante años, ya sólo quedaban atrapados en su mente perturbada. Su ventana está ahora vacia, ella se fue para no regresar, su alma atormentada ahora vaga para buscar un lugar para reposar. Tal vez lo encuentre, lejos de los humanos malditos, que hicieron de su vida un infierno.
Descansa en paz, nuestra querida Nuri! …
Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Projeto GAP Internacional