El pasado sabado, 6 de Octubre, el día estaba amaneciendo y estabamos distribuyendo la primera comida en el Santuario del GAP en Sorocaba (Brasil), cuando una pelea intensa comenzó en nuestra presencia, entre una pareja de chimpancés: Carol y Alex. El motivo de la disputa era una fruta, llamada en el Brasil «Anon» , que Alex la había agarrado de la bandeja, y Carol también la quería. Un macho alfa generalmente nunca cedería al pedido, ni la hembra tendría la osadia de hacerlo. Sin embargo, aqui la situación era diferente, el macho alfa no tenía dientes y la hembra sí los tenía. Alex, llorando, entregó la fruta para Carol, que no le agradó la forma de hacerlo y comenzó una pelea mordiendolo y él intentando librarse de ella, ya que no tenía dientes para defenderse, y solo la fuerza para hacerlo.
Yo intenté intervenir, ellos se enroscaron en el comedor, hasta que ella huyó y Alex se quedó con las consecuencias: dos cortes profundos en dedos del pie y la mano, y una herida en la boca, que estaba ensangrentada.
Alex y Carol viven juntos hace más de 8 años. Ella es apasionada por él. Ambos dan demostraciones evidentes de cariño, sin embargo, Alex debe ser submiso a ella, ya que no tiene como defenderse de cualquier acto de ella, como este reciente que fui testigo presencial.
Los circos, en todos estos años de explotación del uso de animales, pueden contabilizar para las sociedades humanas, un gran desservicio: una legión de mutilados. Los circos en su afán de usar durante más tiempo y obtener provecho de la posesión de un animal – sea un primate, un felino o un oso – partieron para la mutilación como una forma de reducir la peligrosidad de los mismos.
Tenemos en nuestro Santuario en Sorocaba pruebas vivientes y evidentes de las barbaridades que los circos han realizado con decenas de estos seres. Osos sin garras, ni dientes; tigres sin garras; leones sin uñas; chimpancés sin dientes y castrados.
Ese menu de horrores es que los circos pueden mostrar para la población, una legión de mutilaciones y mutilados, que entierran toda la propaganda que ellos insisten en divulgar de que el Circo es Cultura Popular, y que intenta arrancar recursos de Ministerios y Gobiernos, para mantener ese «teatro de horrores» vivo y funcionando.
Una de nuestras preocupaciones, cuando recibimos un chimpancé sin dientes, es evitar colocarlo con otro que los posea, ya que inmediatamente aquel infeliz que fue violentado selvajemente por los cirquenses es un rehén de aquel o aquellos que no fueron mutilados. Para un chimpancé los dientes no son solamente la estructura para comer, son su arma de defensa. En las peleas entre ellos, generalmente a golpes, ellos evitan partir para la mordida, ya que las consecuencias son bien más serias y pueden llegar a convirtirse en una tragedia. La mordida de un chimpancé es algo temible, hemos experimentado algunas, sin gravedad, más el ejemplo ha sido suficiente para respetarla y evaluar su peligrosidad. Los dientes son afilados como navajas y al primer contacto, produce un corte en su piel. Los caninos al morder pueden cortar cualquier miembro.
Es una verguenza para cualquier sociedad permitir que una manifestación de la llamada «Cultura Popular» – como los circos denominan su actividad – permita que en nombre de algo que debía ser reverenciado, se cometan tal cantidad de violencias contra seres inocentes, que no merecen sufrir en las manos de aquellos que sólo los ven como un negocio a ser explotado.
Las legiones de mutilados de los circos están ahi, esparcidas por el mundo, clamando por Justicia y que sus mutiladores sean verdaderamente castigados por las sociedades indolentes, que aceitaron tanta violencia. Ese crimen – como tantos otros – contra seres indefensos e inocentes, no puede quedar impune!
Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional
Fuente (en portugues): http://www.anda.jor.br/11/10/2012/os-mutilados