Por Pedro Pozas Terrados (Director del PGS España y presidente del Proyecto GAP Internacional)
El 20 de julio de 1969, la misión Apolo 11 llegó a la Luna y dos humanos, pisaron su superficie dando a entender al mundo la capacidad técnica de conquistar el espacio mirando con ojos de codicia hacia ese universo que en silencio contempla desde allá arriba los pasos de la humanidad. Queda en segundo plano que dicho esfuerzo no fue realizado por un consenso mundial de avance tecnológico en beneficio de la Tierra, sino por una carrera espacial para ver quien ponía antes la bandera en la superficie lunar. A mi modo de ver nada ha cambiado desde aquellas fechas en la que los españoles llegaban a las tierras de otros y plantaban los estandartes haciéndose dueños de una tierras ya habitadas y que con la espada y la cruz, ocasionaron verdaderos genocidios en poblaciones humanas asentadas desde hacía miles de años.
Se ha celebrado el 50 aniversario de ese pequeño paso del hombre y ese gran salto de la humanidad que en verdad hasta el momento no ha servido para nada. La humanidad sigue sufriendo de hambre, de sed, de guerras, terrorismo, de masivas columnas humanas que huyen de sus propios países donde la vida no vale nada para hundirse en la indiferencia de los mal llamados países del G-8….G-20…o G de lo que sea. Tenemos un grave problema de emergencia climática, de políticos que miran a otro lado muchos de ellos corruptos y otros ignorantes, de multinacionales que no les importa arrasar recursos naturales sin importarles sus consecuencias, de una sociedad hipnotizada por las nuevas tecnologías que intentan convertirnos en meras marionetas de un sistema donde solo unos pocos se benefician y se hacen ricos a costa de los demás. ¿Es este el gran salto de la humanidad?
Pero lo que más me indigna es el total abandono e indiferencia de aquellos que han hecho que el hombre avance supuestamente hacia un “progreso” de nuestras vidas y nuestras ciudades. Esos caballos indispensables para el traslado de personas empujando carretas y caravanas. Esos perros que desde que el hombre recuerda han estado siempre a nuestro lado, dándonos compañía, salvando vidas, siendo los ojos de personas que no les llega la luz de la vida. Esos otros seres sirviendo de alimento, otros siendo utilizados en laboratorios para estudios de enfermedades contribuyendo con su propio sufrimiento el bienestar de los humanos, esas mulas y burros que hoy se abandonan y que fueron el pilar fundamental de nuestros pueblos para la agricultura y para llevar pesadas cargas que el hombre no podía hacerlo. Esas abejas que sin ellas y sin su polinización estaríamos abocados a una emergencia alimentaria. Esa lana que cubre nuestro cuerpo en los días fríos de invierno. Así podría estar refiriéndome a multitudes de servicios que los animales no humanos han y están desempeñando a favor de nuestro beneficio. Y por desgracia, que poco les agradecemos su lealtad y su entrega.
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