Dotar a los grandes simios de un estatuto legal específico: juristas y políticos quieren mover las fronteras del Derecho francés para proteger mejor a estos primates en peligro de extinción impulsando el concepto emergente de «persona no humana».
La situación de los grandes simios en estado salvaje es alarmante: dos especies de gorilas y dos de orangutanes se encuentran al borde de la extinción, según el último balance realizado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Por su parte, el chimpancé y el bonobo se consideran en peligro de extinción.
Una tercera especie de orangutanes con unos 800 individuos, recientemente descubierta, está amenazada por un proyecto de represa hidroeléctrica, se alarman científicos y oenegés.
En abril, la actriz Nathalie Baye, la primatóloga Sabrina Krief, la exjefa del Medef (Movimiento de Empresas de Francia) Laurence Parisot, o el concejal de París Yann Wehrling lanzaron un llamado para salvar a estos animales. Entre las posibilidades mencionadas, se plantea establecer «una nueva legislación con respecto a los animales (…) a los grandes simios en particular».
El Derecho civil francés distingue dos categorías: bienes y personas. Durante mucho tiempo considerados como bienes muebles, los animales domésticos o en cautiverio han sido reconocidos desde 2015 en el Código civil como «seres vivos dotados de sensibilidad». No obstante, «según las propias leyes que los protegen, los animales están sujetos al régimen de propiedad».
Los defensores de los animales no están satisfechos con este cambio. «Partimos desde muy lejos en nuestro país», se lamentó el martes el diputado de LREM (oficialismo), Loïc Dombreval, durante un simposio sobre grandes simios en París.
Para la primatóloga Sabrina Krief, cambiar la ley «demostraría que tenemos un rol a desempeñar en Francia» para proteger a los primates. «Un gran mono mantiene recuerdos de lo que pasó, es empático, tiene una gran necesidad de vida social», dice la científica, quien estudia a los chimpancés salvajes en Uganda, recordando su proximidad genética con los humanos.
Para ella, exhibir a estos animales en estudios de televisión o circos va en contra de sus necesidades, y también fomenta su caza furtiva.
– No al encierro arbitrario –
¿Cuál es la mejor manera de defender a los primates en cautiverio? «Brindándoles la categoría de personas», dice el profesor de Derecho Jean-Pierre Marguénaud.
No se trata de ponerlos en pie de igualdad con los seres humanos y concederles los mismos derechos, explica a la AFP, sino «inspirarse en la persona moral (o jurídica)». Este estatuto se aplica a asociaciones, fundaciones…
Se trataría de «proporcionar una caja de herramientas que precisaría la personalidad jurídica que podría otorgarse a los animales», adaptable según la especie, añade Marguénaud.
Este concepto tiene sus detractores: para algunos, está fuera de toda consideración aproximar los derechos de los animales a los de los humanos. Para otros, sería problemático dotar solamente a los grandes primates, entre todos los animales, de un estatuto específico.
La idea no se limita a Francia. El filósofo australiano Peter Singer creó en 1993, junto a la filósofa italiana Paola Cavalieri, el «Proyecto Grandes Simios», que reclama para ellos el derecho a la vida, la libertad y la prohibición de aplicarles torturas.
En Estados Unidos, el abogado Steven Wise ha luchado durante varios años para que los chimpancés sean reconocidos como personas, hasta ahora sin resultados.
En Argentina el tribunal de la provincia de Mendoza (oeste) otorgó a una chimpancé hembra el derecho a no ser enjaulada sin juicio bajo el recurso de ‘hábeas corpus’, un procedimiento jurídico muy común, sobre todo en la ley anglosajona. Cecilia abandonó su jaula en el zoológico de Mendoza en 2017 para trasladarse a vivir en el Santuario para grandes primates de Sorocaba, Brasil.
Antes que ella, la orangután Sandra había sido reconocida como una «persona no humana», y por lo tanto podía beneficiarse del recurso de ‘hábeas corpus’ según la justicia argentina, pero no fue sacada de su zoológico.
Para la filósofa Florence Burgat, especialista en la condición animal, éstos no serían los únicos en beneficiarse de un cambio legislativo. «No podemos educar a los humanos para que se respeten entre ellos, en tanto simultáneamente exista una ‘carta blanca’ (en el trato) respecto a los animales», afirma.