LA TRAGEDIA DE STAMFORD: TRAVIS FUE A MORIR EN SU CUARTO
publicado en 18 Feb 2009

Hace casi 10 años, Guga con 7 meses de edad vivía con nosotros en nuestra casa en la ciudad de Itu, Estado de S. Paulo, Brasil. El tenía su cuarto, su lugar de juegos, sus juguetes, era parte de la familia. El santuário del GAP todavía no existía. Un dia, una amiga de mi hija Aline entró en la casa, Guga fue para encima de ella y la mordió levemente en la pierna, ya que conseguimos contenerlo a tiempo. El dia anterior ella nos había visitado también y estuvo jugando con los juguetes de Guga, y tal vez usado alguno durante algun tiempo. Guga, celoso como era de sus cosas, dió el recado para ella al dia seguiente.

Dias atrás, yo estaba en la escuelita del santuario del GAP, junto con Guga, ahora con casi 10 años, Emilio con 9 y Claudio con 8. Ellos jugaban con revistas y hacían diseños en papeles. Adormecí durante 5 a 10 minutos. Cuando me desperté estaba un pandemonio, Guga golpeando el vidrio, Emilio gritando y Claudio corriendo de un lugar para otro. O camión de Vigor había llegado con el pedido semanal de yogurts y el chofer buscaba a alguien para hacer la entrega y me terminó despertando. Los chimpances no aceptaban eso y querían que él se fuese de allí y no perturbase mi sueño. Yo los calmé y salí para recibir la entrega.

Relato esto para que se entienda el caso Travis y su asesinato desnecesario. Travis era un chimpance de 15 años, que ya trabajó en comerciales de TV, como los de Coca-cola, vivía con la familia que lo crió como un niño y lo mantenía en una casa, sin seguridad, en la ciudad de Stamford, Estado de Connecticut.

Sandra Herold, la propietaria (según la leyes humanas actuales), recibía la visita de una amiga, Charla Nasch, de 55 años, que Travis atacó de forma inesperada, con graves daños en su rostro y en sus manos, ya que durante minutos nadie consiguió sacarlo de encima de ella. Sandra atacó a Travis con un cuchillo de cocina, pero él no atacó a su dueña y madre adoptiva, y terminó huyendo para un lugar lejos en la propiedad. Sandra llamó a la policia, en cuanto Charla casi agonizaba en un baño de sangre.

Cuando la policia llegó montó un area de seguridad para que los paramedicos atendiesen a Charla, que estaba en estado critico, y esa misma noche era operada y sobrevivía al ataque. Minutos después Travis regresó a la escena del ataque y los policiales, que no tenían armas quimicas o eletricas de contención, se refugiaron en sus carros. Travis golpeó el vidro de uno de ellos, y consiguió abrir la puerta, para agarrar el policial que estaba dentro, el cual lo atingió con varios disparos. Travis, herido, todavia tuvo tiempo y fuerza de regresar para dentro de la casa e ir a morir en su cuarto, según el relato del capitán de policia de Stamford, Richard Conklin.

Entre las varias explicaciones que se intentan encontrar fue mencionado que Travis estaba con la enfermedad de Lyme, y estaba tomando un remedio anti-depresivo, que podía ter cambiado su forma de reaccionar. Travis vivía en la casa con Sandra, como un miembro de la familia. Tenía su dormitorio, usaba el baño solo, vestía ropas, comía en la mesa, apreciando hasta un vaso de vino durante las comidas, limpiava sus dientes con un «water-pik», asistía TV con un control remoto para cambiar la programación y tenía su propio computador. Travis, en su vida atipica para un chimpance, sin ejercicio propio, pesaba 90 kilos y tenía una fuerza extraordinaria.

Ese chimpance fue una victima mas del egoismo y de la insanidad humana. Decenas de casos similares ya existen en la historia. Nuestra decisión de colocar a Guga en un santuario, cuando tenía 1 año de edad, se fundamentó en lo que aprendimos con él, durante el tiempo que vivió con nosotros. El chimpancé dentro de una familia humana es un extraño en un nido, él debe vivir con sus semejantes y hacer su vida. El también puede, junto con su grupo, ser civilizado, a fin de facilitar su vida y de aquellos que cuidan de ellos, pero no puede compartir el dia a dia de la vida con los humanos.

Travis, como Guga, era un ser primitivo, sin la capacidad de hablar lo que limitava su aprendizaje y darle una educación para vivir en sociedad con otros humanos. Esa limitación dramatica nos fuerza a desistir de humanizarlos al maximo, como Sandra sí lo hizo y que él nunca entendió cuál era su lugar en este mundo enfermo.

Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional