La paciente está anestesiada, en una sala de cirugia brillantemente iluminada. La enfermera introduce delicadamente una aguja dentro de una vena de sus brazos y los productos quimicos comienzan a entrar en su cuerpo. Los enemigos están allá dentro, son células cancerosas de un linfoma Non-Hodgkin, el más comun en la especie humana. Sin embargo, esta vez la paciente es una orangutan, de nombre Peanut (Maní), de 8 años de edad y los médicos a su alrededor son humanos, trabajando en una Clinica Veterinaria en Miami.
Estamos en noviembre, el cancer fue descubierto en agosto, casi por casualidad. Su tratadora, Linda Jacobs, que la acompaña desde que era una bebe, identificó un comportamiento diferente: falta de apetito y vomito eventual. Ella pidió examenes de sangre y de imagenes. La Escuela de Medicina Humana de la Universidade de Miami entró en escena, así como el Centro de Cancer de la Institución. Peanut había sido operada dos meses antes, por un bloqueo intestinal. Las muestras de tejidos y sangre fueron enviadas a un laboratorio humano especializado en California. Un hematologista de la Universidad de Miami, el Dr. Offiong Ikpatt, realizó algunas pruebas moleculares. El no se sorprendió, el tejido era igual que el de un humano y el resultado fatidico también.
Peanut y su hermana gemela, Pumpkin, viven juntas en el Jungle Island, un Zoologico particular que funciona en la Isla Watson, en Miami. Yo las conocí cuando eran bebes, 6-7 años atrás. Peanut es extrovertida, le agrada aparecer, se comunica con el lenguaje de las señales y también a través de su I-Pad. Pumpkin es más retraida, se aisla facilmente y ahora vive preocupada con su hermana.
Cada sesión de quimioterapia, y ya van por la tercera, deja a Peanut muy cansada. En su recinto, su tratadora y madre adoptiva, Linda Jacobs, preparó un area agradable, con los juguetes y colores que ella prefiere. Ambas duermen placidamente después de cada sesión, como si todo estuviese en la normalidad.
Los tratadores no mencionan la palabra «cancer» en frente de Peanut, ya que ella entiende su significado. Su hermana la examina, después de cada intervención médica y revisa los brazos sin pelo, donde las agujas penetraron con aquellos quimicos agresivos, buscando las células malignas que circulan por su sangre.
Es raro este cancer en seres jovenes, generalmente, el mismo sucede entre los 30 y 40 años. En el caso de los humanos, el chance de cura es de 60% En el caso de una primate não humana, no se sabe, nunca se intentó curarlo. El Jefe Veterinario del Zoológico, Dr. Jason Chatfield, ayuda con sus informaciones para que los médicos humanos, y consultores, hasta de Harvard, que participan de este esfuerzo conjunto, puedan entender la forma de reaccionar de un orangutan en una situación tan especial.
La mayoria de los participantes en este esfuerzo multidisciplinar son voluntarios. El publico que ya supo de esta historia, vibra a distancia, para que Peanut consiga superar esa enfermedad maldita, con la ayuda de sus hermanos humanos.
Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional