El encarcelamiento de otras especies, revela la arrogancia humana, consagra una «superioridad» primitiva, y no educa a los niños.
Por Caique Botkay
La relación del hombre con la naturaleza es historicamente controvertida. Generalmente, la especie humana nutre el sentimiento de pose absoluta del planeta, no sólo referente al uso abusivo de sus recursos naturales- gas, petróleo, piedras, maderas, minerales- sino también por su actitud, frente a la diversidad de los demás seres vivos.
El concepto de Gaia, viene siendo discutido hace tiempo, la conciencia de una Tierra colectivamente dependiente de su equilíbrio, ya no es ninguna novedad.
Entre los incontables desastres ambientales que la especie humana promueve largamente, hace siglos, vengo levantar una cuestión que cosidero básica: cuál es la razón lógica que nos da el derecho de encerrar en una prisión, animales de otras especies? No me refiero aquí a la cuestión alimentar, esa es otra discusión, que puede generar argumentaciones tales como la sobrevivencia.
Lo que me llama la atención, es la facilidad que tenemos de aprisionar animales, para mera exibición, como si fuese una actitud perfectamente natural, en el ámbito universal.
No es?
Apenas es una demostración de una deformación prepotente, ignorante y autoritaria, A la luz del psicoanálisis, debe ser fácil asociar alguna forma psicopatía en tal hábito, que de tán común, acabó siendo aceptado en todos los continentes.
La evolución, en el sentido del crecimiento de una consciencia de manutención equilibrada del planeta, apunta contra tal anacronismo.
Nadie, en sana consciencia, puede defender el derecho de sacar un animal de su hábitat natural y confinarlo en cubículos o espacios restringidos, sea un derecho humano.
Mismo así, la ténue argumentación de que es un factor educativo, se presenta indefensable. Los actuales recursos tecnológicos permiten que no sólo los animales sean vistos en diversos ángulos, como también viviendo en su cuna natural, de donde jamás debería haber sido retirados.
Pero lo que es más importante, que causa daños irreversibles, es que los niños, siendo estimulados a visitar los zoos, comienzan desde muy temprano, a ser educados según la idea de que hacen parte de una «raza superior». Éstas últimas palabras me fueron enseñadas literalmente en el colegio, no hace tanto tiempo así. Como si esa «raza superior», tuviese sido ungida con el derecho de aprisionar en celdas, de forma vil y cobarde, la propia naturaleza que genera tantas preocupacionees, para su sobrevivencia actual y futura.
Es obvio que será mucho más difícil formar consciencia ecológica en la mente de los jóvenes, que participan de esta ceremonia medieval, de visita al zoo. Quién puede atrapar una pantera, o cualquier otro animal, puede perfectamente, cortar los árboles que desee, así como desviar ríos, derretir iceberg. Puede todo, inclusive matar a sus semejantes.
Por el final programado de todos los zoológicos del mundo, por la sustitución por aparatos tecnológicos , por el absoluto cuidado con los animales que todavía permanecen enclausurados, hasta que lo derradero ponga fin a su existencia, Se encierra así también, una fase humana que será considerada primitiva, sin información y cruel para el futuro.