Ya vi reflejada en la mirada de muchos primates humanos o no, la mayoría prisioneros politicos, con los cuales convivi en etapas de mi vida. No era solamente la soledad fisica de no tener a alguien para compartir y hasta amar, era la soledad del abandono, del futuro, del rencor que los rodea.
Toto es uno de ellos, cuando llegó al Santuario semanas atrás, no lo comprendiamos, buscaba el aislamiento en el hueco más obscuro de su dormitorio, rodeado de frazadas y sabanas.
Poco a poco se fue soltando, salió al aire libre, sintió la presencia de un grupo de sus iguales, que lo observaban con curiosidad por las ventanas a 50 metros de distancia.
A cada día se quedaba más cerca de aquellas ventanas, como evitando tener una decepción, como las otras muchas que ya tuvo en su vida, especialmente cuando murió su compañera, dejandolo en el mayor abandono, rodeado solo por humanos extrãnos que lo provocaban y se reian de su forma de ser.
Al final, se aproximó de las mismas. Gilberto, el alfa del grupo, no era muy simpatico a su presencia, y su hijo, Pedrinho, todavia un bebe, solamente buscaba juegos, que él desconocía. Las hembras eran más agradables. Luiza, una linda joven, que se exhibia para él, y Margereth, ya llegando a los 50, que mostrava curiosidad por el macho más joven que habia aparecido, sin embargo, no demostraba lo que queria.
Un día, aquellos humanos que lo atendian diariamente con esfuerzo, abrieron una puerta y Luiza apareció. Ahora estaban frente a frente de verdad. El precisaba conquistarla para hacer amistad y que ella se quedase. Usó todos los recursos, le mandó besos, fue llegando cerca lentamente, le ofrecía comida, le mostraba sus juguetes, sin embargo, Luiza, como hembra habil que es, nacida en el Santuario, calculó sus posibilidades y su futuro si ella decidiese quedarse. Y decidió que su familia y sus extensos recintos eran su mejor opción. Se convirtió en agresiva, inconveniente, resistiendo a todos los asedios de Toto, hasta que los humanos que controlaban las puertas la mandaron de vuelta para su origen.
Toto se quedó inconsolable. Se refugió de nuevo en si mismo y en su soledad, rodeado de sus frazadas. Miraba de lejos las ventanas, donde Luiza no aparecía más y Pedrinho lo continuaba provocando.
Sin embargo, un otro día la puerta se abrió y él pudo entrar en el recinto vecino de la familia, solo Margareth estaba en aquel momento. Tia de los tres bebes alli nacidos: Luiza, Pedrinho y Cecilia, habia ayudado a la madre Ditty a criarlos. No obstante, ya era una extraña en aquel nido, no podia acompañar los juegos radicales de los pequeños, que a veces la trataban con rigor.
Ella percibió la presencia de Toto, descendió de su plataforma y fue a su encuentro, le dió un abrazo y continuó su camino para entrar en el recinto donde Toto vivía. El la siguió de inmediato y allí se quedaron a solas. Toto no la presionaba, la dejaba suelta, no quería asustarla, más Margareth es una chimpancé experimentada, ya vivió con varios machos, tuvos varios hijos, como la Kate (de la novela Caras y Bocas de la Red Globo de TV), Noel y Emilio, que viven en el Santuario.
Toto es muy primitivo, no sabe abrir las envases de jugos, yogurts y comidas industrializadas, nunca experimentó dulces diferentes ni postres, y tiene recelo de todo. Margareth por el contrario es muy civilizada y comenzó a enseñarle los placeres de la alimentación humana. Todo lo que ella hacia él la copiaba. Era su profesora. La familia de Gilberto aparecia en la ventana y no se conformaba que ya ella se hubiese adaptado tan rapidamente a la vida con aquel recien llegado.
Algo que facinó a Toto fue la falta de dientes de Margareth y como ella conseguia con sus encias endurecidas, procesar las frutas y verduras que él también compartia. Se sentaba largos periodos frente a ella, para observarla alimentandose. Toto no sabia lo que era un circo, solo vivió en una casa humana y en zoológicos tenebrosos. «Marga», como es tratada cariñosamente por los tratadores, es una sobreviviente de un Circo y más tarde de un Zoológico, donde le robaron todos los hijos recién nacidos para ser vendidos clandestinamente. Asista el video en portugues aquí.
Toto quería tocarla, hacerle caricias, tal vez el clasico «grooming«, que él ya habia olvidado. Margareth dejaba que él se aproximase y disfrutase de su intimidad.
La mirada de Toto ya no es la misma, la desesperación de la soledad desapareció y la alegria de una compañia y de un futuro, brillan en su rostro.
Cuántos Totos, desesperados, deprimidos, abandonados a su terrible suerte de prisioneros, sin haber cometido ningun delito, existen en los zoológicos del mundo, que gostarían de apreciar una gota de esperanza en la compañia de sus iguales?
Está en nuestras manos darles un rayo de esperanza de que algun día la desesperación será erradicada de su mirada profunda y perdida.
Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional
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Imágenes del chimpancé Toto con Luiza y Margareth en el Santuario de Grandes Primates de Sorocaba