Recientemente entrevistado para un programa de TV, explicaba que si el circo mutilava, arrancando los dientes, testiculos y golpeando sin misericordia a los chimpancés, el zoologico hacía un daño mayor en la mente de los mismos, pero que no daba para percibir en la mirada simple.
La depresión de los chimpances de zoologicos es algo que se repite en el mundo, tanto como aquí, en el Brasil, en nuestro patio. Caco era un ejemplo de un ser con profundo trauma mental, que nos pertubó años tras años hasta que conseguimos hacerlo superar la enfermedad.
Un chimpancé nacido en cautiverio, civilizado al maximo cuando bebe y adolescente, no consigue entender porque era trancado en una jaula, para ser exhibido a un publico ignorante, que lo atormentava dias tras dia para que él gritase, batiese, lanzase heces, escupiese y se autodestruyese frente a sus ojos, durante pocos minutos de un llamado entretenimiento.
Cuando Caco llegó al santuario, sus piernas tenían cicatrizes de las automutilaciones frecuentes todavia abiertas, vivía soñolento con Valium, para no estar violento, y tenía miedo de todo y de todos. El santuario de Sorocaba estaba comenzando, no teníamos mas de 15 chimpancés, la primera crisis vino dias después con una griteria infernal, tanto de él, como de su compañera y de sus vecinos: Caco mordía su pierna, sangrava extensamente y metía sus dedos en la herida para arrancarse la piel. En pocos minutos él se hizo un daño inmenso en su propio cuerpo. La herida se infeccionó, tuvimos que tratarlo con antibioticos y analgesicos. Después de 45 dias vino otra crisis, ahora era la otra pierna. Asi continuó, mutilandose durante meses. Creamos una disciplina y una rutina para hacerlo parar cuando la crisis eclodiese, pero no era suficiente, siempre su cuerpo era castigado.
Consultamos psiquiatras, medicos humanos, y comenzamos a tratarlo con antidepresivos. Lo cambiamos de recinto para uno nuevo, aislado de los otros chimpances y del movimiento del santuario, asi como conseguimos que se adaptase a vivir con July, que lo ayudaba en sus crisis. Fuimos mezclando los antidepresivos con medicinas homeopaticas y comenzamos a reducir la medicación. Los efectos colaterales del tratamiento prolongado eran inconvenientes. De 15 gotas pasamos para 12, para 8, para 5 y para cero. Caco lleva dos meses sin antidepresivos, está contento, juguetón, todavia tiene miedo de muchas cosas, especialmente de la gente que no conoce, que le hace recordar sus ocho años de asedio por un publico que se burlaba de él y lo provocava con saña.
Caco regresó a la vida normal, los fantasmas de su cerebro nunca serán extirpados, pero él no se intentará mas suicidar. Otros hermanos de él, que sufren asedio similar en los zoologicos del Brasil y del mundo, precisan también ser rescatados y curados. Caco es el ejemplo. Es posible. El consiguió y nosotros también lo conseguiremos.
Dr. Pedro A Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional