La conciencia de la muerte: científicamente comprobado
publicado en 27 Abr 2010

El trabajo recientemente publicado en el diario Current Biology, demostrando la conciencia y solidaridad de los chimpacés, con relación a la muerte de sus compañeros, es algo que sólo viene a corroborar, con nuestra defensa de la extensión de nuestros derechos para con ellos.

Podemos argumentar que existe cierto partidarismo en la comunidad científica, al negar observaciones y trabajos que son realizados en los Santuários, que no pertenecen a América del Norte o a Europa, pero eso ahora, no viene al caso. Lo que nos interesa aquí, es demostrar que las observaciones relatadas en éste periódico, ya fueron presenciadas e igualmente registradas en nuestros Santuarios.

Recuerdo muy bien, mi primera experiencia con la muerte de un chimpancé. Estaba trabajando en el Santuario hacía algo más de un mes, cuando Leo, que en aquella época vivía con Mónica, vino a fallecer. A pesar del poco tiempo, foi un shoc muy grande para mí, pues era un chimpancé que me aceptó como amigo, tan luego nos conocimos. Su muerte fué sentida por todos. En todos los días que estuve en el Santuario, ninguno fué tan silencioso como ese día. Un silencio ensordecedor. Los demás chimpancés estaban callados, como de luto, pues sabían que Leo había muerto. Días antes de su muerte, Mónica intentaba consolarlo y ayudarlo, aproximandose, cómo queriendo entender lo que estaba sucediendo. Lo curioso es que Mónica, nunca fué muy «apegada» a Leo, pero ésta vez, ella sabía que algo estaba errado con él. La foto registra los minutos finales de Leo y los cuidados brindados por Mónica.

Otra experiencia que vivenciamos, fué el nacimiento de la hija de Judy, que vivió apenas algunos días y vino a fallecer en sus brazos. Fué algo impactante para mi, puesto que, presencié el último suspiro de Olivia, en la falda de su madre. Judy, con la hija desfallecida en sus brazos; todavia, la sacudía algunas veces, como si quisiese despertarla de aquel sueño. Durante semanas, Judy, la cargó de un lado para otro, negándose a dejarla. No aceptaba su muerte. Después de un tiempo, cuando su cuerpo ya estaba en avanzado proceso de descomposición y practicamente seco, Judy la abandonó en el suelo y así logramos retirarla del local. Pero, para que ella no sientiera su falta, criamos una especie de tumba transparente, adonde colocamos el cuerpito de Olivia, para que Judy, pudiese ver que ella, todavía estaba allí. Con el tiempo, Judy aceptó la muerte de su hija y pasó a ignorar la presencia de su cuerpo. Sólo allí, fué que la retiramos de ese local.

La muerte de Lulú, también despertó un sentimiento de desesperación en sus compañeros. Después de abortar y dar a luz a un natimorto, Lulú se enfermó y desgraciadamente, debido a un avanzado proceso infeccioso – diagnosticado posteriormente – fué a óbito, dentro de su propio dormitorio. Aislamos a Lulú de los demás, que podían verla desde otro cuarto y al percibir que ya no se movía, y que era cargada por nosotros, se quedaron alborotados. Margareth, su eterna compañera, siempre muy quieta, daba gritos y se movía de un lado para otro. Gilberto, el líder del grupo, vocalizaba desesperadamente y le arrojaba todo lo que tenía a mano, con la intención de despertarla.

Estas son alguna pruebas que hace tiempo, el Proyecto GAP, viene defendiendo. Quizás ahora, con esas publicaciones académicas, comprobando «científicamente» todo ésto; la frialdad y estupidez humana, pasen a verlos de una manera diferente y especial. Al final, llegó la hora de admitir que ellos son seres humanos primitivos, que a pesar de no hablar como nosotros, se manifiestan concientemente y son igualmente dotados de sentimientos, que deben ser respetados.

MSc Luiz Fernando Leal Padulla
Biologo

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