Jimmy no está más solo
publicado en 28 Dic 2011

SANTUARIO DE SOROCABA

Algunas personas dicen que la epoca de Navidad es un tiempo magico donde las mejores cosas suceden. Después de 4 meses de intentos frustrados, en la vispera de Navidad, Jimmy dejó la soledad para atrás y aceptó la compañia de una joven chimpancé, que le acompañó de cerca desde su llegada al Santuario del GAP en Sorocaba.

Jimmy vivió en un circo hasta que se convirtió en adulto y como no tenía más utilidad, fue entregado para un zoologico- el ZOONIT de la ciudad de Niteroi, en el Estado de Rio – donde su vida acabó de convertirse en un verdadero infierno.

Jimmy es un chimpancé atipico, hasta en la forma de caminar, muchas veces en dos pies. Los otros chimpancés lo encuentran diferente, lo que genera más curiosidad y haste recelo de él.

Samantha, que con 13 años de vida, ya es madre de 3 hijas, la ultima de nombre Suzi, de solamente 6 meses, siempre se dió bien con machos. Ella es una chimpancé pequeña, delgada, ágil, audaz, con personalidad dificil, especialmente para los humanos de quién ella prefiere distancia. Yo la recibí con 1 año de edad y practicamente ella me ve como su padre e como el macho alfa del grupo de jovenes que comenzó el Santuario 12 años atras.

Ella confía mucho en mi y generalmente cuando le pido algo, ella me obedece. La misión con Jimmy era diferente. Era un ser que no conocia chimpancés, tenía miedo y recelo de ellos, su vida en más de 10 años, primero en un cubiculo infimo de menos de 20 metros cuadrados, y 3 años atras, ampliado para exiguos 70, lo convirtieron en un ser perturbado. Jimmy vive obcecado con mujeres con botas de goma. Es algo que sucede con chimpancés de circos y zoologicos. Como un juego, o un entretenimiento, los machos son habituados por sus tratadores a masturbarse con el contacto fisico o visual de una bota. Para Jimmy una tratadora usando tennis nada significa, si calza botas se convierte en una obsessión erótica que lo impulsa a masturbarse, en una frazada que lleva consigo de un lugar a otro, constantemente.

El desafio para Samantha es enorme. Vencer la idea fija de una mente perturbada. Primero hicimos los contactos fisicos a través de la reja: ella, su hija Sofia (de 2 años y medio) y yo de un lado, y Jimmy del otro. El desarrolló una atracción inmedata por Sofia, que lo provocaba y jugaba con él. Sacamos a Sofia un poco del contacto, para dejar la concentración en Samantha. Yo le pedía que ella entrase en el recinto de Jimmy y se aproximase. Nunca se negó a hacerlo, a pesar de que notaba que el miedo la invadía.

Jimmy es apático, no reaciona como un macho chimpancé normal, que se queda con los pelo erizados y hace gestos agresivos, cuando no está feliz con una compañia o una situación. Samantha iba a buscar a Jimmy, él la ignoraba, ella se quedaba proxima, para evaluar sus gestos, su mirada. Es la forma que los grandes simios se entienden.

A los pocos minutos ella salía corriendo y me pedía que la sacase de allí, lo que yo atendía de inmediato, ya que no podía pedir más a ella, sabiendo que en una pelea podria salir mal parada.

Esa aproximación duró algunos meses, dos o tres veces por semana. Coloqué en un momento también a Carolina, una hembra de 10 años, criada en el Santuario, bien mayor que Samantha, pero delicada y que sabe relacionares con los machos. Ella intentó algumas veces, hasta que no quizo entrar más.

Ya estaba desistiendo, después de dos semanas sin intentos, hice el último en la vispera de Navidad. Pedí a Samantha que entrase de nuevo. Ella fue lo más audaz posible, se quedó a menos de l metro de él y me pidió para salir. Le pedí una nueva tentativa, cuando vi que Jimmy estaba en el dormitorio, donde nunca se habían encontrado antes, siempre había sido en territorio abierto. Ella entró de nuevo. Jimmy la rodeaba, ella estaba comenzando a mostrar la hinchazón de su época fértil, estaba con miedo que Jimmy la fuese a morder en su trasero. Jimmy comenzó a relacionares conmigo por la reja, ella se aproximó y lo imitó. Una mano estaba con Jimmy, la otra con Samantha. En un momento, Samantha cambió mi mano por el brazo de Jimmy y comenzó a hacer el “grooming” (practica habitual entre chimpancés que son amigos). Jimmy retribuyó en ella. Retiré mis manos y dejé a ambos conocerse, en el tacto. Samantha, en una acción audaz, dió una vuelta y se ofreció a él, sentandose en su regazo.

Tal vez Jimmy no entendió aquel gesto como una incitación sexual, ya que nunca debe haber copulado con una henbra, más el gesto de dar las espaldas para él ya era un gesto de amistad, habitual entre primates. En ese momento salí y los dejé juntos. Samantha ya estaba segura, no precisaría de mi ayuda.

Retiramos a Sofia que todavia estaba en el recinto de la madre y la llevamos a pasar algunos días con su hermana Sara (1año y medio), para dejar la pareja a solas, abriendo los dos recintos para ellos. Samantha regresó a su recinto, que tiene un tunel aereo espectacular, que todos los chimpancés adoran y Jimmy fue atrás. Nunca más se separaron hasta hoy que escribo esta cronica.

Acabó el aislamiento de Jimmy! Samantha enseñará muchas cosas de la vida chimpancé a él. Ella se está sacrificando mucho para ayudarlo, y no podemos exigir demasiado de ella, que tiene tres hijas para cuidar y su grupo original de seis chimpancés, con los cuales es muy feliz.

Ella sabe lo que está haciendo, en nuestas conversaciones, en nuestro idioma complice, ella me dirá hasta cuado y donde ella irá para recuperar Jimmy y traerlo de vuelta al mundo chimpancé, de donde nunca debería haber sido arrancado. La certeza que ahora tenemos es que Jimmy nunca más estará solo.

Dr. Pedro A Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional