JEB
El tal vez ya habia pasado de los 50 años. En los años 70 la Fuerza Aerea Norteamericana lo compró de un traficante de primates, sin embargo, poco después lo envió como prestamo para un centro de torturas, el laboratório Litton-Bionetics, donde pasó una parte de su tragica vida.
En el laboratorio, fue inoculado con todo tipo de productos, hormonas y virus para probar sus efectos en su cuerpo. En mayo de 1996 – en su ficha medica – aparece que estaba casi sin sentido y no movia su brazo izquierdo. En nueve días fue anestesiado cinco vezes, hasta que fue descubierto por acaso que su clavicula izquierda estaba fracturada. No le dieron analgesicos en todos estos días para mitigar su dolor. Quizas querían registrar hasta donde era el limiar del dolor de un primate.
La otra parte de su vida fue dedicada a ser un reproductor, cuando fue transferido para la ex-Fundación Coulston. Aqui tuvo siete hijos, que practicamente nunca los conoció. Cuatro de ellos aun están vivos en el propio Santuario Save the Chimps: Capone (nombre dado por los «genios del mal» de aquel centro de torturas), Guilder, Marissa y Rupiah. Dos hijas, Jo Ellen y Sakari todavia están en el centro de torturas de Alamogordo Primate Facility. Su hijo Clayton fue eutanasiado este año en el terrible centro de torturas conocido por New Iberia Primate Research Center, financiado por el NIH (Instituto Nacional de Salud Norteamericano), después de haber sido inoculado con el virus de la Hepatitis C y sufrir daños irreparables en su higado y riñones.
Jeb fue rescatado por el Santuario en 2002 en la Fundación Coulston. En el Santuario prefirió la compañia de Olivia y Opal y fingió como padre adoptivo del joven Braedon. Después de vivir enjaulado por décadas, la isla del Santuario Save the Chimps alimentó su ansias de libertad, en los ultimos años de su vida. Una mañana, días atras, mientras disfrutaba el sol que bañaba la isla un ataque cardiaco lo fulminó.
OLIVER
El nació el 22 de febrero de 1989 de su madre Lisa y su padre Eric. La madre solo lo tuvo en sus brazos 24 horas. Le fue retirado y todavia recién nacido ya fue colocado para servir de cobayo. Aquellos años el NIH gastaba fortunas con sus socios: los Centros de Torturas Biomedicas, con el proposito de desarrolar una vacuna contra el SIDA, que habia sido descubierto pocos años antes. La reproducción de chimpancés estaba en su apice, ya que no daban abastos para los proyectos siendo realizados. Todavia bebe, un tubo nasogastrico le fue depositado en el mismo. La ficha medica no revela más detalles. Antes de cumplir cuatro años salió del Southwest Foundation for Biomedical Research en San Antonio, Texas, donde habia nacido, para otro centro de experiencias también terrible, el Laboratorio Bioqual. En tres meses le inocularon un virus en forma de spray en su nariz y fue enviado de vuelta para su origen.
En 1998 fue enviado para la miserable Fundación Coulston, donde todo tipo de experiencias eran realizadas y se reproducian masivamente chimpancés bajo las ordenes del NIH, que lo financiaba. Aquí fue colocado en un Proyecto llamado «Estudio Espinal Dinamico». Los «genios» medicos desarrollaron una protesis, le extrayeron cirurgicamente un disco entre las vertebras cervicales y allí le colocaron la protesis, todo sin analgesicos post-operatorios. Despues de cuatro meses, otra vez lo llevaron para la mesa cirurgica y le sacaron la protesis, y se quedó sin el disco espinal que separa las vertebras.
El 2002 el calvario acabó. La Fundación quebró, fue comprada por el Santuario Save the Chimps y Oliver consiguió ser transferido para Florida. Allí disfrutó de una vida tranquila con su medio hermano Garfield, que fue uno de los primeros habitantes de aquel Santuario. Oliver era muy querido por todos los tratadores, debido a la falta del disco cervical en su columna, tenía una postura extraña que lo identificaba de los otros a distancia. El adoraba frazadas y llevaba varias de ella consigo para la isla, para acostarse bajo el sol. Días atras, en esa posición un ataque cardiaco lo fulminó.
Jeb y Oliver: dos vidas cercenadas con la estupida justificativa de que ayudaron al desarrollo de la ciencia y a la cura de enfermedades humanas. Es increible que durante más de 60 años, el primer pais del mundo, masacró chimpancés, sin que nadie levantase la voz para denunciarlo. Hoy, los cuerpos de estos inocentes desenmascaran la tragedia que pseudocientificos criaron para satisfazer su ego y su ambición de fama y riqueza.
Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional