Inspeccionada por chimpancés, abrazada por monos arañas
publicado en 14 Ago 2009

La renombrada neurocientista brasileña Suzana Herculano-Houzel tuvo la oportunidad de conocer el Santuario del GAP en Sorocaba, en el final del mes de Junio y escribió un relato muy interesante sobre esa experiencia en su blog.

En el inicio del año, Suzana y otros cientistas brasileños publicaron un trabajo revolucionario en el “Journal of Comparative Neurology” en el cual derrumban el mito de que el cerebro humano sería mas especial que el de otros primatas.

En su blog, Suzana concluye el relato de la siguiente forma: “Cada vez mas la ciencia reconoce que chimpancés, como otros grandes primatas, comparten con nosotros las mismas caracteristicas que nos convierte en personas: son seres dotados de empatia, capaces de se colocar en el lugar de otros, de planificar su futuro, de se reconocer en un espejo, de crear vinculos afectivos y sociales, de hacer alianzas –y hasta de engañar a los otros de proposito. Algunas horas en su compañía deja eso bien claro. Una pena que relacionarse con los chimpancés tenga que ser, por el bien de ellos, un privilegio de pocos.”

Suzana posee graduación en Biologia, en la especialidad de Genética, por la Universidad Federal de Rio de Janeiro (1992), graduada en Neurociencias pela Case Western Reserve University, USA (1995), Doctorado en Neurociencias por la Universidad Pierre y Marie Curie de Francia (1998) y posdoctorado en el Instituto Max Planck de Alemania (1999). Actualmente es profesora adjunta de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, miembro del cuerpo editorial de la Revista Neurociencias. Presentadora y editora de programas en la Red Globo de TV y Colaboradora de la Editora Jorge Zahar. Tiene experiencia en el area de Medicina, con enfasis en la Neurociencias. Actuando principalmente en los temas: sincronización, visión, cortex, electroencefalograma, percepción y sueño.

Vea el relato completo de su visita al Santuario, a continuación:

“Aproveché la mañana libre entre dos conferencias en el interior de S. Paulo para visitar el Santuario de los Grandes Primatas de Sorocaba, mantenido por el Dr. Pedro A. Ynterian con quién ya había intercambiado e-mails cuando varios diarios publicaron materiais sobre nuestro trabajo en el laboratorio sobre los cerebros de primatas. Pedro mantiene un santuario con 48 chimpancés, la mayoría procedentes de circos y zoologicos, y algunos ya nacidos allí.

Fui muchisimo bien recibida – y me quedé también muchisimo impresionada. Pedro, empresario del sector de microbiologia, mantiene el Santuario solamente con recursos propios: del gobierno, solo recibe fiscalización estrecha del IBAMA (organo ambiental brasileño), así como animales que el propio organo destina. Además de los chimpancés, hay decenas de monos, micos y babuinos, sin mencionar los leones, osos y tigres. Y qué Santuario: solamente en los mas ricos zoologico, como el de San Diego, en USA, vi chimpancés abrigados en tamaño espacio, bienestar y seguridad.

Sin hablar del cariño. Al nos aproximar del primer recinto, donde está Guga el primer chimpancé del Santuario, comprado de un criador hace 10 años, los animales escuchan la voz de Pedro y comienzan a llamar por él con gritos que, para una extraña, suenan amenazadores. Mas son pedidos de atención y cariño. Al hacernos la ronda de todos los recintos, mientras Pedro y Camila (la simpatica veterinaria del Santuario) los saludan y verifican el bienestar de todos los chimpancés, la escena se repite: llmados, manos extendidas para fuera de las rejas, miradas amistosas (para ellos; las miradas que recibo son naturalmente de desconfianza: quién es esa extrañaω), pedidos de besos, cariños en las manos y en los cabellos de Camila.

No que los chimpancés sean seres invariablemente dociles. Varias veces ellos venían corriendo y gritando en dirección de las rejas, sobre las cuales se lanzaban con un enorme ruido que resonaba en el ambiente azulejado. Es francamente apavorante ver esos animales musculosos de 60-70 kg y caninos gigantescos correr en su dirección. De nada adelanta saber la razón de la corrida y de la excitación, ni que las rejas son fuertes y resistentes, que los gritos ensordecedores son llamados (casi siempre) amistosos: mi cerebro ligaba mi alarma y me quería apartar contra la pared, bien lejos de las rejas! Chimpancés son de hecho potencialmente peligrosos. La unica persona que entra en los recintos es Pedro – y mismo así, solamente con los machos del grupo de Guga. “Los machos son transparentes, demuestran claramente si están tranquilos o irritados. Mas las hembras son traicioneras, no me quedó solo con ellas de forma alguna”, dice Pedro.

Yo, llegar cerca de las rejasω Ni pensarlo – hasta que llegamos al recinto de Luke (en las fotos arriba), un chimpancé enorme que vino a saludar a Camila y a hacerle el grooming (la demostración suprema de cariño entre primatas, humanos incluidos), y después dio la vuelta para la otra reja para saludar a Pedro. Yo estaba bastante cerca sacando fotos cuando Pedro vió que yo estaba de botas y me convidó a aproximarme: chimpancés tienen una obsesión particular por zapatos, especialmente botas con ziper y tennis con cordones.

Y entonces … fui inspeccionada por un chimpancé. Es una sensación única e indescriptible ser inspecionada por otro primata, sobretodo uno tan proximo a nosotros. Luke apretó delicadamente mis dedos dentro de la bota, como que buscandolos: levantó el fin del pantalon, y encontró el borde de la bota y la media por dentro de la misma, metió sus dedos gentilmente por dentro de la media y me acarició la piel; encontró el ziper, usó los dedos de su mano para abrirlo. Pedro me dice que puedo sentarme y agarrar en la mano de Luke. Qué cosa insólita, agarrar la mano de un cimpancé y hacerle cariño en sus dedos. Son enormes, gruesos, fuertísimos y calientes, pero tiernos, cuando colocados a disposición del cariño de un humano.

La sesión de cariño se repitió con dos monos arañas, un animal que yo hasta ahora habia admirado a distancia, en zoologicos: son aquellos animales absolutamente negros, finos, de cabeza pequeña y cuyo rabo largo y prensil funciona como un quinto miembro. Al ver a Pedro, las monitas extendieron sus brazos, piernas y rabo para fuera de las rejas y lo abrazaron con entusiasmo. Pedro me acercó a ellas – “esas son muy cariñosas, puedes llegar cerca” – y luego yo tenia mis manos en las manos de ellas, de piel negra, dedos largos y helados, bien como sus pies, de dedos todavia mas largos y finos, y sus rabos. Ella se exprimieron contra la reja para recibir el cariño en sus cuerpos; me abrazaron; no me dejaban que me fuera. Estudiar el cerebro de estos animales y saber que el nuestro es apenas una versión grande del de ellos solamente convierte la experiencia del contacto directo con monos y chimpancés todavía mas magico.

Y cuando yo pensava que había visto todos los primatas … había una especial dentro de la casa del |Santuario: Sofia, una chimpancé de dos meses, nacida en el Santuario pero abandonada por la madre. Sofia tiene tratadora propia (su madre humana dedicada integralmente a ella), y es la preferida de Vania, esposa de Pedro.

Todo eso porque Pedro tiene su misión personal de conseguir que los chimpancés tengan sus derechos como personas reconocidas, y no sean mas criados en circos ni mantenidos en zoologico sin condiciones. Su sueño mismo sería ver esos animales reclasificados como Homo troglodytes (como Linneus originalmente lo hizo), esto es, regresar a compartir el mismo genero con nosotros, humanos. Le explico que esa parte será dificil, porque entre los humanos y chimpancés, de hecho nuestro pariente vivo mas proximo, la ciencia ya reconoce dos otros generos, aunque ya extintos: Australophithecus y Parapithecus. Y, de cualquier forma, ser reconocidos como Homo infelizmente no garantiza a nadie recibir un tratamiento humano.

Por otro lado, cada vez mas la ciencia reconoce que chimpancé, como los otros grandes primatas, comparten con nosotros las mismas caracteristicas que nos convierten en personas: son seres dotados de empatia, capaces de se colocar en el lugar de otros, de planificar su futuro, de reconocerse frente a un espejo, de crear vinculos afectivos y sociales, de hacer alianzas – y hasta de engañar a los otros de proposito. Algumas horas en su compañía deja eso bien claro. Una pena que relacionarse con los chimpancés tenga que ser, por el bien de ellos, un privilegio de pocos.»