Por Isabel de Estrada – Para La Nacion
SOROCABA, Brasil.– Cien kilómetros al sur de San Pablo, Brasil, en un santuario enSorocaba vive Cecilia, una chimpancé que nació y vivió toda su vida encerrada en el zoológico de Mendoza, hasta que en 2017 fue beneficiada jurídicamente como persona no humana, otorgándosele un hábeas corpus y recuperando su libertad.
A simple vista los muros del Santuario de Grandes Primates, que aloja en esta ciudad brasileña a 45 chimpancés, otros primates y algunas aves, se asemejan a los de una cárcel de alta seguridad, rodeada de selva.
Pero al ingresar al predio enormes siluetas oscuras, curiosas, se asoman entre las rejas intentando observar lo que sucede. Cada uno de ellos dejó detrás una dura historia de vida en circos, zoológicos, laboratorios, restaurantes o casas particulares, donde su función era la de entretener, satisfacer la curiosidad humana o ser utilizados como objetos de experimentación.
Es que los chimpancés son nuestros parientes más cercanos. Comparten el 98,7% de nuestros cromosomas y, junto a gorilas, orangutanes y bonobos, pertenecen a la categoría de los grandes simios, simios antropomorfos de gran tamaño. Debido a nuestro parentesco, cercanía, y su gran inteligencia, los chimpancés han sido desde siempre víctimas del morbo humano.
En la Argentina quedan tres. Cada uno de ellos vive en una jaula de un zoológico diferente en la más completa soledad. Únicamente Toti, hoy en un zoológico privado de Bubalcó, Río Negro, cuenta con una sentencia firme para, como Cecilia –y Sasha y Kangoo, los chimpancés del Ecoparque porteño trasladados en 2022 al santuario Monkey World Ape Rescue Centre, en Reino Unido– poder ser derivado a un santuario donde convivir con otros de su especie.
A Toti se suman Johnny, en el clausurado zoológico de Luján, y Tomy, en el zoológico de La Plata.
Cecilia vivió durante años en el zoológico de Mendoza junto a su compañero, Charlie, y su hermana, Xuxa, hasta que ellos murieron repentinamente. Sobre un piso de cemento, en un entorno artificial, expuesta constantemente al estrés de ser exhibida para entretener al público, pasaba horas ensimismada, sin moverse y de espaldas a la gente: se estaba dejando morir ella también. Es que la peor de las condenas para nuestro pariente más cercano es la soledad.
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