Rodrigo era un muchacho sordo-mudo carioca (de Rio de Janeiro), que estudiaba en el Octavo Grado. Ese día visitava el Zoológico de Rio, sin querer, ya que odiaba observar animales prisioneros, sin embargo, era una tarea del curso de ciencias.
Con este dialogo sorprendente, comienza este pequeño libro de 61 paginas, que tiene el titulo de «El Enigma de los Chimpancés», que muestra en una ficción bien trabajaba, lo que sufren nuestros hermanos primates en las manos de seudocientificos, en laboratorios de exprimentación médica:
«EL MISTERIOSO CHIMPANCÉ
— Cientista, corre aqui!
Quien me estaba llamando era Paulinho «Funk», un bajito que se burlaba de todos, y se daba el titulo «de rey de los bailes suburbanos».
El y el resto del grupo estaban reunidos frente al cercado de los monos. Aunque era prohibido, tiraban pedazos de comida para los animales, divirtiendose con las peleas y escandalo de los monos por la posesión de las migajas.
— Vea — dice Paulinho señalando la ultima jaula del ala de los monos.
Un chimpancé adulto, de ojos tristes y profundos, estaba sentado solitario en el piso de cemento, ajeno a todo.
— El sabe hacer señales igual a ti — rió Maria Lucia, la muchacha más pesada de la sala.
— Es verdad — acrecentó Paulinho, al mismo tiempo que comenzaba a agitar las manos en frente a la jaula, imitando mis gestos pero sin sentido real.
Para mi sorpresa, el chimpancé levantó los ojos para mi colega, observandolo atentamente, como si estuviese queriendo descifrar el extraño mensaje.
Fue entonces que sucedió algo fantástico.
El animal, por increible que parezca, intentó comunicarse con Paulinho, usando el lenguaje de los sordo-mudos! — Los dedos de la mano peluda se abrían y cerraban, transmitiendo las letras del alfabeto con clareza.
— No entiendo. Quién eres tú? — preguntó el chimpancé, casi haciendome caer para atrás.
— Vió? — disse Paulinho. — O que él está diciendo? — preguntou medio que burlandose.
— No está diciendo nada — respondi com extrema dificultad. — Los chimpancés gustan de imitar a las personas, es solo eso — desvié, mal conteniendo mi nervosismo y emoción.
— No te dije? — se burló Maria Lucia. — Solo faltaba esa. Monos que saben hablar.
— Es verdad — concordó Paulinho. — Vamonos. El grupo ya se retiró — dice, halando a la rubia por el brazo.
Me quedé allí, estático, sin conseguir entender lo que había acabado de presenciar. El chimpancé se sentó de vuelta, con los hombros inclinados, como un viejo cansado de la vida.
No había más nadie por allí ahora. Ganando fuerza, alargué el brazo y golpié suavemente la reja. El primate viró su rostro casi humano para mi. Los ojos inteligentes encarandome fijamente.
— Mi nombre es Rodrigo. Quién eres tú? — pregunté usando solamente las manos.
La mirada del chimpancé se iluminó subitamente de alegria. De un salto se puso en pie y respondió con gestos claros y precisos.
— Me saca de aqui.
Yo no estaba soñando. El chimpancé sabía la lenguaje de los sordo-mudos! Debia haberlo aprendido con alguien.
— Quién te enseñó a usar las señales? — pregunté de nuevo.
— Mujer de cabellos largos – respondió, colocando las manos en la cintura para mostrar hasta donde los cabellos llegaban.
— Cuál es el nombre de ella?
— Jo-a-na — deletreó
— Donde?
— Lugar con muchas jaulas.
— De donde tú viniste? — pregunté con ansiedad.
— Casa grande con gente mala. Cerca del gigante de piedra — explicó, imitando la imagen del Cristo Redentor.
En ese instante, nuestra conversación fue interrumpida por la llegada de la profesora:
— Rodrigo, Rodrigo! Está en la hora de regresar. Solo faltas tú. Vamos enseguida — llamó.
— Adios. Yo vengo mañana – le dije, despidiendome del chimpancé.
— Vienes? — Indagó com una mirada triste de desencanto.
— Sí.
Al regreso, me senté en el ultimo asiento. Mi corazón batia con fuerza. Y ahora? No podia contar aquello para nadie. Se iban a burlar de mi y decir que estaba loco. Por ahora, todo tenía que ser mantenido en el mayor secreto. (…)»
El relato se convierte en una aventura en que el sordo-mudo Rodrigo, un biologo recién graduado de nombre Fernando y una india (mitad brasileña y mitad boliviana) de nombre Joana, terminan en un centro de experiencias médicas cerca de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, donde decenas de chimpancés bebes son sometidos a pruebas con enfermedades, y otros son entrenados para ser usados en el trafico de cocaina.
El plan macabro es desenmascarado por los tres jovenes, que huyen de vuelta al Brasil, en el Tren de la Muerte, que va desde Santa Cruz de la Sierra a Puerto Suarez, en la frontera con Mato Groso, en el Brasil.
El autor de la narración, Rogerio Andrade Barbosa, ya tiene más de una decena de libros publicados, la mayoria dirigida al publico joven. Rogerio confiesa que se inspira en sus relatos en las experiencias vividas en sus viajes por el mundo y en esta oportunidad, en el viaje que hizo en el Triste Tren de la Muerte Boliviano, así como en el trabajo realizado por la primatologa Jane Goodall, con los chimpancés en Africa.
Este libro editado inicialmente en 1993 conserva su actualidad hasta hoy, demostrando que los zoológicos evoluyeron para peor y las practicas de corrupción y tortura, mezcladas con politicos indecentes, todavia corroen todos los lados de nuestras sociedades.
Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional
Referência: O Enigma dos Chimpanzés, de Rogerio Andrade Barbosa, Editora Moderna, S. Paulo, Brasil, 1993 (sin traducción en español).