En una edición última de la revista cientifica “Current Biology” fue publicado un trabajo realizado por James Anderson y su grupo de la Universidad de Stirling, en Inglaterra, sobre la observación de la reacción de los parientes de una chimpancé de 50 años, que murió dentro del grupo en un Zoologico.
En aquel trabajo, comentado por el Diario Folha de S. Paulo, en su edición del 27 de abril pasado, fue mencionado que los chimpancés tienen consciencia de la muerte, que para los no familiarizados con ellos es algo inedito fuera de la raza humana.
La muerte de Pansy y su agonia resultó en actos de cariños del grupo, de desesperación en uno de sus miembros, y de depresión y angustia de todos, durante varios dias, por la desaparición de la compañera.
Para nosotros que compartimos la vida con los chimpancés en el Santuario de Sorocaba no es nada nuevo y ya hemos mencionado en este site nuestras experiencias de la reacción de los primatas ante la muerte. Me acuerdo que Guga, que era todavía un bebe, y lo llevé a ver a Suzy, que había llegado recientemente, pero era diabetica y no resistió. Cuando él la vió muerta la intentó despertar, hasta que percibió que su sueño era definitivo. En otro caso, cuando la chimpancé Chuca fue muerta en una calle de S. Paulo por un policia sin preparación (y que el Ibama nos entregó después el cuerpo para su sepultura con sus iguales), Emilio lloró cuando le mostramos el cadaver y también al ver el entierro.
Mas recientemente, cuando Lulu murió dentro del recinto, acompañada de sus compañeros, después de haber estado varios dias enferma, retiramos el cadaver, y yo lo hice parar frente a su grupo, para que todos viesen que había fallecido, Margareth, su amiga inseparable de años, lloró, salió corriendo para no verla mas y estuvo triste varios dias. Gilberto, su compañero, en su impotencia para regresarla a la vida, golpeó con fuerza las rejas, y tal vez de esa forma nos reclamó por nosotros no haberla salvado. Cuando Gil apareció muerta en la plataforma de su recinto, por un subito ataque cardiaco, y Jango, su compañero, percibió que el sueño de ella era para siempre, comenzó a llorar y gemir durante una hora, hasta que retiramos el cadaver.
Los chimpancés tienen consciencia de la muerte, eso no és un privilegio humano, como algunos desean hacer ver, para mantener aquellos seres extraordinarios – nuestros hermanos primitivos – en la situación de esclavos como hasta hoy lo son.
Dr. Pedro A Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional
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