La soledad para un chimpancé es la peor tortura. Cecilia buscaba desesperadamente una compañia. Billy no fue posible, el no se interesaba por chimpancés, solo por humanos. Un resultado de la vida en un circo que lo acostumbró a esa falsa compañia.
Marcelino tiene 10 años, nació en el Santuario, su madre es Tata, que lo consiguió criar y acompañarlo hasta ahora. Marcelino es ya adolescente y maduro sexualmente. Estaba dando problemas en el relacionamiento con su padre, Peter, que junto con Tata, ya dieron nacimiento a otros dos bebes, Miguel y Millan. Marcelino estaba desafiando la autoridad del padre, que ejerce una intensa dominación en la familia. Es el drama de los cautiverios. En la vida libre, cuando son adolescentes y existen conflictos, buscan otro destino, son libres para ir y venir.
Nosotros estabamos administrando la relación. Una semana Marcelino se quedaba con su madre y hermanos, y 3 semanas se quedaba solo. Se relacionaban por las ventanas, pero no es la misma cosa que la vida en comun.
Marcelino también necesitaba de una compañia permanente. Cuando comenzamos la aproximación, percibimos el interes de Cecilia en el joven candidato. Ella pasaba un buen tiempo en la ventana hasta que él aparecia. Marcelino no tenia esa paciencia.
El viernes pasado (25/08/2017), decidimos abrir la puerta del recinto que los separaba y sucedió el encuentro. Al principio, como su padre dominador, el marcó el territorio, gritando y corriendo, sin demostrar intimidad. Cecilia intentava por todos los medios de atraerlo y buscar el contacto fisico. Cuando él estaba más agitando, ella huia gritando.
Los separamos durante una hora, ya sabiamos que estabam muy proximos de la intimidad. En el segundo encuentro la aproximación sucedió y Cecilia asumió el papel de madre, y como Tata, comenzó a hacer «grooming» en el, hasta que se rindió. Se abrazaron, se besaron y no se separaron más en las horas siguientes.
Cecilia está fascinada con Marcelino y lo cubre de cariños constantemente. Y él en ningun momento la rechaza. Abrimos el acceso a otros dos recintos para que tengan más espacio. Sin embargo, ellos prefieren los tuneles y los pasillos aereos, donde su intimidad está más resguardada de la curiosidad humana.
Cecilia, argentina y mendocina, y Marcelino, brasileño y sorocabano, inician una vida en comun que mitigará la soledad y hará más aceptable la vida en cautiverio.
La Juez Dra. María Alejandro Mauricio, los dirigentes del EcoParque y del Medio Ambiente de Mendoza, y la Organización AFADA autora del Habeas Corpus, ahora pueden quedarse tranquilos, ya que contribuyeron poderosamente para hacer Cecilia feliz, mostrando al mundo que los Grandes Simios tienen derechos a una vida plena.
Dr. Pedro A. Ynterian
Secretario General, Proyecto GAP Internacional