Amenecer en el Santuario
publicado en 21 May 2014

El sol comienza a proyectar sus rayos entre las nubes del otoño, la luna se esconde despues de haber presidido toda la noche, iluminando la oscuridad que permite a los chimpancés se mover sin muchas restricciones. Un grito de Peter al despertar, desata una respuesta de otros recintos, cada uno tiene su DNA propio, con el tiempo es posible identificar el sonido emitido por cada chimpancé, todos tienen una marca caracteristica.

Dolores (Dora para sus intimos), en sus aproximados 20 años de edad, sale de dentro de la frazada que la envuelve en el piso del segundo pavimento de su casa y sube hacia su cesta. Su mente llena de fantasmas y terribles recordaciones, comanda sus movimientos. Su figura hace un contraluz entre el sol que nace y la luna que se esconde. Sus movimientos lentos y casi ritmicos anuncian un día más en una vida normal, que le fue robada.

Dolores tiene dos etapas en su vida. En la primera, todavia adolescente, cuando vivía en el Circo di Napoli y fue confiscada legalmente, por una acción de la Organización Ambientalista AILA – Alianza Internacional del Animal – que nos hizo entrega de ella, junto con su amigo Nino, y dos osos. Los remolques del Circo invadieron el Santuario de Sorocaba, que era muy incipiente y tal vez no estaba preparado para enfrentar aquella lucha contra el poder económico de la esclavitud animal.

En la primera mañana entré en el recinto de ella y me dejó su primera recordación, una mordida en la mano, sin mayores consecuencias. Dolores comenzaba a disfrutar su libertad en un recinto solo para ella, sin rejas que la aprisionasen. Una semana duró aquella quimera. La lucha estaba comenzando, no sabíamos que era un «vale todo». Una acción judicial de inmediato cumplimiento, de origen dudosa, ordenaba regresar a todos al Circo. Lloramos mientras regresaba para su prisión de hierro, en un remolque oxidado, con Nino y los osos como acompañantes.

Sin embargo, ni AILA ni nosotros desistimos. El Circo huyó de cerca de nosotros, pero siempre sabiamos donde estaba y nuevas medidas judiciales eran implementadas. Cuando estaban en la inminencia de perderla de nuevo, encontraron un complice: en Zoologico de Beto Carrero, en Santa Catarina, donde la escondieron por dos años, en un isla diminuta, aislada y donde la encontramos. Dolores estaba enferma, delgada, era dificil conservarse bien en aquel clima hostil, frio e humedo, pero su mente saludable ya la había dejado y los fantasmas aterrorizantes la invadieron para siempre, donde los hombres eran monstruos que la perseguian por todas partes.

Ya en el Santuario, la colocamos con el grupo de adolescentes dirigidos por Noel y Guga, y ella se fue adaptando, a pesar de las crisis inesperadas, cuando los fantasmas del pasado regresaban con sus recordaciones. Ni su hermana menor, Samantha, la entendia. Su madre, Ditty, a poca distancia de su recinto, tampoco podría ayudarla, pues la habían arrebatado de sus brazos a las pocas horas del nacimiento, como era la practica nefasta en la epoca.

En aquella mañana, Dolores comenzaba a moverse ritmicamente y aplaudir al mismo tiempo encima del cesto que disfruta a 15 metros de altura. A 100 metros de ella sus tres sobrinas, hijas de su hermana Samantha, esas sí de mente limpia y fresca, ya que nunca conocieron lo que es el sufrimiento de la esclavitud, se cuelgan de la cesta, jugando, mientras que la luz del sol recorta sus figuras y la luna que se esconde marca sus contornos.

Es el amanecer en el Santuario de Grandes Primates de Sorocaba, un día feliz para algunos y no tan feliz para otros, que nunca conseguirán olvidar la maledicencia que los humanos han practicado con ellos.

Dr. Pedro A. Ynterian

Presidente, Proyecto GAP Internacional

Imágenes de Dolores en el amanecer del Santuário de Sorocaba:

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