Empeora la situación para los 200 Gorilas que todavia resisten en parque en el Congo
Por Vilma Gryzinski (Revista Veja, S. Paulo, Edición 2279, 25 de Julio de 2012)
Si para los humanos el Congo ya es probablemente el peor lugar del planeta para vivir, imagine para los pocos gorilas de las montañas que todavia existen en la naturaleza. Al todo, son más de 700 animales remanescientes. Cerca de 200 de ellos están en el Parque Nacional Virunga, donde una situación que ya era dificil empeoró en las últimas semanas, con el aumento de las actividades violentas de uno de los innumeros grupos armados, que han transformado el pais en un infierno.
Los gorilas, normalmente asediados por cazadores “clandestinos” – un concepto de dificil aplicación en el Congo – y hasta fusilados por simple diversión de soldados uniformados o no, quedaron todavia más desprotegidos después de que la mayoria del grupo de protección del parque tuvo que ser relocalizada para ser protegida de los combates. Cerca de 40 funcionarios abnegados continuaron allí. Entre ellos, Patrick Karabaranga, uno de los encargados de cuidar de cuatro gorilas huérfanos, que solo sobreviven con la ayuda de los cuidadores, responsables por todo lo que más precisan: comida, cariño y refugio corporal, no importa que ya sean grandecitos.
Las montañas de los gorilas están situadas en una región bella y maldita del Congo, donde las constantes disputas entre etnias, tribus, rivales politicos, militares ambiciosos y vecinos agresivos provocaron en los últimos 15 años las llamadas Primera y Segunda Grandes Guerras de Africa. Hambre, desplazamientos forzados, combates, expulsiones, motines, matanzas y la constante y repulsiva practica de violaciones masivas criaron una devastación en escala dificil de evaluar – el numero de muertos es calculado en algun lugar tenebroso entre 1 millón y 5 millones. Para los raros gorilas exprimidos en el medio de tantas desgracias, solo hay una realidad: están irremediablemente condenados. Que todavia reciban el refugio corporal es una pequeña victoria del espiritu humano.