Tuca
posted in 02 Oct 2012

La encontramos en una jaula, en un Circo cerca de S. Paulo, en la región de Atibaia. El piso estaba forrado de papel periodico, que ella usaba como alimento cuando la comida no era suficiente. El Circo aceptó cambiarla por una zebra. Tuca era su nombre y cuando adolescente le habían arrancado todos los dientes. Mi hijo Jorge, fallecido prematuramente pocos años más tarde, acompañó a Marcos Schwarz, que tenía un Centro de Reproducción de chimpancés en la localidad de Morrete, en el Estado de Parana (Sur del Brasil), que terminó llevandosela con él.

Tuca, que nunca habia llegado a ser madre, a pesar de ya pasar de los 35 años de edad, sería colocada en un grupo para intentar la reproducción de chimpancés, que serían posteriormente vendidos a circos y zoologicos, practica habitual en aquella época. En aquellos tiempos, no teníamos ni idea de que pocos años más tarde, Tuca y la mayoria de los chimpancés de Morrete serían parte del Santuario del GAP en Sorocaba.

En aquella época, para comprar un chimpancé bebe o un adulto, como un día nos dijo con ironia, un viejo director de Zoológico, había que tener “bala en la aguja”, que en el idioma del trafico de animales, significaba tener “mucho dinero”. Un bebe chimpancé costaba 20 mil dolares y un adulto un poco menos.

Tuca se quedó poco tiempo en Morrete. En el 2001 llegó a Sorocaba, acompañada de Lulu, Ditty e Flint, el macho del grupo. El Centro de Reproducción de Morrete fue cerrado, cuando el propio Marcos se convenció que su trabajo era una aberración, especialmente en su caso, considerado un primatologo de gran conocimiento. Con su ayuda, en los años siguientes, conseguimos rescatar muchos de los chimpancés que él había importado o habia criado, y vendido para circos y zoológicos.

Flint murió pocos días después de su llegada, de un paro cardiaco fulminante. Todavia joven, de personalidad fuerte y agresiva, podría haber vivido en realidad muchos años. Gilberto llegó semanas más tarde. Cuando vió a Ditty, de la cual era apasionado, desde lo alto del muro, que había conseguido alcanzar, por nuestra inexperiencia inicial, regresó al recinto y nunca más intentó salir. Hoy es padre de Luiza, Pedrinho y Cecilia, con la madre Ditty.

Tuca nunca tuvo suerte con machos. En el circo, nos contaron que en una época que ella vivió con Hulk, antes de este ser ciego, la golpeaba sin motivo. Después con Flint nunca tuvo suceso y menos todavia con Gilberto. Ella lloraba desconsoladamente cuando presenciaba a Gilberto haciendo amor con todas sus amigas – Lulu, Margareth y Ditty – ignorandola a ella. Con Pongo el contacto fue efimero, de minutos, y como hizo con otras hembras, la mordió en el trasero, ya que su locura del zoológico no le permitía relacionarse sexualmente con las hembras.

Tuca terminó como madre adoptiva de Carioca y Bruna (procedentes del ex-Circo Garcia), ambos llegaron al Santuario todavia adolescentes y encontraron en ella una madre dedicada y amorosa.

Nuestra revuelta contra los circos se inició, quizás, cuando recién llegada le ofrecimos a Tuca una papa asada, y para ella comerla sin dientes, tenía que rasparla con la uña. Después recibimos muchos otros en que los dientes le fueron extraidos sin dolor ni remordimiento: Jango, Margareth, Alex, Tyson, Jeber, Bob y Hulk. Esto reforzó nuestro compromiso mental de luchar con todas nuestras fuerzas y no descansar hasta que el ultimo chimpancé estuviese fuera de los circos. Demoró 10 años, pero cumplimos la misión, que Tuca sembró en nuestra mente.

Tuca también nos enseñó a no confiar en las cercas electricas. En los primeros minutos que la soltamos, ella atravesó los alambres, llevando la descarga, sin importarse. También aprendimos a lidiar con chimpancés adultos fugitivos. Tuca era suave y teníamos un gran acceso con ella, pero era cabeza dura. Yo le pedía que fuese para un lado y ella iba para el otro. Como no obedecía, como estabamos acostumbrados con los bebes,. un día que escapó, le pedí a la tratadora Meire que trajese la Van. Sabía que Tuca no se negaría a un paseo de carro. Con Meire dirigiendo y yo atrás con ella le dimos un “tour” en el Santuario incipiente, hasta conseguila hacerla regresar a su recinto.

En ese día aprendimos, lo que después confirmamos con otras hembras, que las cercas electricas no las detienen y la mayoria busca la forma de escapar. La última experiência fue con Catarina: yo salí de la cerca donde estaba con ella por la puerta, y ella me siguió subiendo por los postes electrificados sin importarse.

René, un tratador que nos acompaña desde el Santuario, también tenia una gran intimidad con Tuca, entraba con ella en el recinto y hasta cortaba la hierba con ella dentro.

Tuca habia adelgazado mucho en las últimas semanas. La única forma que teníamos de tratarla era anestesiandola. Sospenchavamos de alguna infección grave, pero el riesgo de la anestesia era enorme. Su corazón no resistiría. Ella se negaba a tomar medicinas y no dejaba que le clavasen una aguja de inyección. Cuando decidimos por la anestesia, ya que no existían otras opciones, su corazón paró y no conseguimos que regresase a batir más. Tuca, una sobreviviente de los maltratos que los circos practican con sus animales, al menos estuvo con nosotros 11 largos años, donde tuvo tranquilidad y amor, para compensar sus más de 35 años de dolor y sufrimiento, explotada sin misericordia, para divertir humanos.

El cuerpo sacrificado de Tuca reposa ahora en el Cementerio del Santuario, junto con algunos de sus compañeros de infortunio. Su alma voló para otra dimensión, donde los humanos crueles y mezquinos nunca más poderán herirlas. Ella ahora al fin está libre, pero sus hijos adoptivos, Carioca y Bruna, todavia no comprendieron el por qué de su partida. Carioca me busca temprano en la mañana, indagandome con gestos y con su mirada incisiva. Yo intento explicarle, sólo que no será fácil que el me entienda y lo acepte. En el recinto de al lado, Pongo, el compañero de ventana de Tuca, perdido en sus alucinaciones generadas en su vida pasada de soledad en un zoológico, todavia aguarda que ella aparezca del otro lado para intercambiar cariños. Su espera será inútil y él hablará con sus personajes imaginarios, con las paredes, con las manos y pies, indagando sobre donde Tuca está, que terminará convirtiendose en uno de los fantasmas que lo perseguirán en su vida futura.

DESCANSE EN PAZ, GRAN TUCA, nunca te olvidaremos!

Dr. Pedro A. Ynterian
Presidente, Proyecto GAP Internacional